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Croacia (IV): Korčula y llegada a Hvar

El día ha amanecido soleado y caluroso, como todos los que llevamos en Croacia. Tras una noche en la que se ha ido la luz en repetidas ocasiones en el barrio, intentamos levantarnos pronto para coger el ferry a Korcula de las 9 de mañana. El apartamento en el que hemos dormido está muy cerca del puerto, así que hemos dejado el coche en la casa y nos hemos ido dando un paseo.

En el puerto no hemos tenido problemas para encontrar el ferry y subirnos. Al estar ya lleno, hemos tenido que sentarnos dentro, sin poder disfrutar del viento que refresca a los que están sentados en la cubierta.


Nuestro destino, Korčula, tiene un centro viejo con forma de península. El ferry nos ha dejado al lado
de la oficina de turismo, así que hemos aprovechado para entrar y coger algún folleto. Dando un paseo nos hemos acercado a la plaza Kralja Tomislava, donde está la entrada principal a la zona amurallada.

Hemos cruzado la torre de Veliki Revelin y lo primero que hemos visto dentro es una plazoleta con la iglesia de San Miguel y la logia en la parte baja del Ayuntamiento, donde, por ejemplo, hay un bajorrelieve del león de San Marcos. Durante toda nuestra estancia en Korčula los restos venecianos nos recuerdan el dominio y la influencia que ejerció la ciudad-estado italiana en el pasado.

El paseo por los estrechos callejones ha sido muy agradable. Hemos llegado hasta la iglesia de Todos los Santos, pero estaba cerrada, así que nos hemos tenido que conformar con verla por fuera.

Esta iglesia está muy cerca del mar, por lo que hemos podido disgrutar de unas vistas inmejorables.

Hemos continuado el paseo por el muy agradable bulevar, que a un lado tiene la zona costera (donde hay ya una gran cantidad de bañistas) y al otro muchos restaurantes con terraza.

Hemos vuelto a meternos por las callejuelas, llegando a la plaza central, llamada Plaza de San Marcos. En ella hay numerosos edificios de gran belleza, como por ejemplo la Catedral de San Marcos. En su interior se encuentra un cuadro de Tintoretto.

También hemos subido a la torre de la Catedral, desde la que hay unas vistas impresionantes de la ciudad e incluso de parte del resto de la isla.

Tras bajar, nos hemos acercado a la vecina iglesia de San Pedro. Es más una ermita, pero tiene un cierto atractivo en su sencillez y recogimiento, en contraste con su vecina, la opulenta catedral.

También está cerca la casa de la familia de Marco Polo. Según algunas fuentes, el famoso viajero era originario de Korčula (en aquella época era parte de los dominios venecianos). La subida a la casa decepciona un poco, porque no tiene más interés que el ascenso a la torre desde la que hay vistas de la ciudad (en cualquier caso, peores que las vistas desde la catedral). Casi lo que más me ha gustado ha sido un cartel en las inmediaciones, en el que se muestran los viajes de la familia Polo. Me parece impresionante el recorrido que hicieron, teniendo en cuenta la época en la que les tocó vivir.

Tras bajar de la casa de Marco Polo, hemos vuelto al bulevar. Hemos dado un agradable paseo hasta que hemos encontrado una terraza resguardada del sol por la sombra de unos árboles. Ahí nos hemos tomado un refresco con unas vistas muy agradables.


Tras el refresco, parece que está terminando nuestra estancia en Korčula, una ciudad que me ha encantado.

Creo que sería el destino ideal para pasar unas vacaciones, si no fuera porque apenas tiene playa (todo lo que le rodea son rocas). Tal vez sería cuestión de tumbarse en las rocas en lugar de en la arena, como hacían los bañistas que vimos durante la mañana.

Hemos cogido el ferry de vuelta hacia Orebic. En esta ocasión hemos llegado al puerto con tiempo para coger un asiento en la cubierta y poder disfrutar de la refrescante sensación del viento durante el viaje.

Al llegar a Orebic, antes de coger el coche, hemos despedido de los dueños del apartamento en el que hemos dormido. Nos han dicho que se había declarado un incendio en el interior de la península de Peljesac (en la que se encuentra Orebic). Nuestro itinerario para la tarde nos debía llevar a través de esta península, por lo que no sabíamos si podíamos atravesarla (hay una única carretera para cruzarla). Aconsejados por los dueños del apartamento, hemos decidido ir a preguntar a la oficina de turismo de Orebic. Esto nos ha permitido pasar por la iglesia parroquial.

Al llegar a la oficina de turismo nos han confirmado que se había declarado fuego en diversos puntos de la península, pero que las carreteras no estaban cortadas. Eso sí, podía haber mucho humo por la zona.

Hemos valorado las opciones (la otra era coger un ferry, pero eso seguramente nos retrasaría mucho) y finalmente hemos decidido arriesgarnos. Como nos habían indicado, en varios puntos se veía fuego en las cercanías de la carretera (incluso en algún punto pequeños focos en los mismos arcenes), y el humo y las zonas quemadas abundaban. Pero hemos conseguido atravesar la península sin más incidentes y llegar a Ston. Hemos vuelto a maravillarnos con la enormidad de la muralla, pero esta vez teníamos que continuar nuestro camino sin detenernos a contemplarlas.

El siguiente destino era Drvenik, ya en la riviera de Makarska, de donde sale el ferry a la isla de Hvar, concretamente a Sucuraj. Hemos comprado el billete y nos hemos puesto en la cola de los coches. En los ferrys en los que embarcan coches conviene estar con bastante antelación, porque las plazas son limitadas y, si te quedas fuera, tienes que esperar al siguiente, que puede zarpar dentro de varias horas. Mientras estábamos en la cola, viendo que iba para largo, he decidido acercarme a la playa (apenas a 10 metros de donde teníamos el coche) y darme un bañito mientras Mery se quedaba en el coche. La verdad es que es una gozada darse un chapuzón viendo los paisajes de la costa. El problema que tienen las playas croatas es que suelen ser de piedra o, en su defecto, de gravilla). Pero el agua es cristalina y las vistas casi siempre son preciosas, porque justo al lado de la playa suele haber montañas boscosas.

Por fin hemos embarcado y, tras un rato de travesía, hemos llegado a la famosa isla de Hvar, conocida últimamente como la Ibiza croata. Es una isla que cada vez se está poniendo más de moda. Nosotros hemos llegado al extremo oriental de la isla y nuestro destino (la ciudad de Hvar) está justo en el extremo occidental, así que teníamos que atravesar la isla entera, una hora y media de viaje que, la verdad, se nos ha hecho larga. Estábamos cansados del toda la jornada y no hemos visto los campos de lavanda que supuestamente proliferan por toda la isla y le dan un olor característico.

Hemos llegado a Hvar, hemos localizado la casa en la que tenemos que dormir hoy (no era fácil, porque está en una calle que no es accesible en coche) y la mejor sorpresa que hemos tenido es que las vistas desde nuestro balcón son inmejorables. Unas vistas preciosas, como para quedarse ahí toda la tarde.

Pero hemos salido a dar una vuelta por la zona del puerto. La verdad es que hay mucho ambiente, pero está un poco abarrotado y da la sensación de que hay demasiada gente con ganas de juerga, no nos terminábamos de sentir a gusto 100%. Eso sí, hemos cenado en un restaurante muy agradable, recomendado por la dueña de la casa en la que nos alojamos. El restaurante se llama Mediterráneo. La anécdota es que yo he pedido scampi buzara. Pensaba que era pescado al estilo tradicional de cocina de la isla, y resulta que eran cigalas. No tenía muy claro si nos habían traído lo que habíamos pedido, hasta que nos lo han aclarado. Lo cierto es que estaba muy bueno, una vez pasada la sorpresa inicial.

Tras dar un paseo nocturno y comernos unos helados (demasiado derretidos para nuestro gusto), hemos decidido retirarnos a la tranquilidad de nuestro apartamento.

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