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A mitad de camino entre las rutas del Cid y don Quijote

En nuestro último viaje hemos ido a visitar Sigüenza y Atienza, localidades situadas en la zona norte de la provincia de Guadalajara. 

Por la mañana salimos de Madrid y al cabo de un par de horas llegamos a Sigüenza, ciudad importante en varias épocas de la historia de nuestro país. Se conoce la ciudad desde tiempos de los celtíberos, pero con el nombre de Segontia. Era una de las ciudades más importantes de la Celtiberia, allá por el siglo V a.C. 

Aníbal, y más tarde Asdrúbal, la asediaron durante la penetración cartaginesa del siglo III a.C. (previa a la II Guerra Púnica), y en las Guerras Celtíberas (153-133 a.C.) se sometieron a la República de Roma. Durante esa época, Segontia fue un importante centro de comunicaciones por encontrarse sobre la calzada del Henares. 

En tiempos de los visigodos, la ciudad creció alrededor del núcleo fundado por los romanos, y fue sede episcopal de la iglesia católica, dependiente de la Archidiócesis de Toledo. 

Durante la dominación musulmana, el castillo se convirtió en medina, conservando las iglesias de la ciudad para la práctica del culto cristiano. 

A mitad del siglo XV, antes de su ascenso al arzobispado de Toledo, fue obispo de Sigüenza el Cardenal Mendoza, canciller de Castilla durante el reinado de Isabel la Católica. 

Durante la Edad Media, y debido a su situación privilegiada, tuvo un importante papel defensivo y recuperó su sede episcopal. 

Y, tras la introducción histórica, vamos con la visita. 

Aparcamos el coche en la calle de Valencia nos dirigimos al arco del Portal Mayor. 

Tras pasar el arco, nos dirigimos por la calle del Portal Mayor al Arco del Hierro, que era la entrada principal a la ciudad en la primera muralla medieval. En esta puerta se cobraba el impuesto de entrada de las mercancías al recinto amurallado para la venta de productos en el mercado semanal. 

Desde allí subimos al castillo de los Obispos de Sigüenza, erigido en el primer cuarto del siglo XII sobre otro anterior musulmán. 


El castillo sufrió varias reformas entre los siglos XIV y XX, lo que ha supuesto una restauración casi total del edificio, siguiendo los planos y documentos antiguos. 

Actualmente alberga el Parador Nacional de Turismo de Sigüenza, por lo que sólo se pueden visitar el patio central y la cafetería.

La temperatura agradable y el bonito patio invitaban a dar un tranquilo paseo.


Desde la explanada donde está situado el castillo se puede disfrutar de unas bonitas vistas de los pinares que se sitúan en los alrededores de la localidad.

Bajando por la calle San Juan llegamos a la Plazuela de la Cárcel, que fue la Plaza Mayor durante la Edad Media, ya que acogía los edificios civiles más importantes, como la antigua cárcel, el Ayuntamiento y la posada del Sol, que aún se conservan.








El edificio del Ayuntamiento viejo es el que más llama la atención. Entre las ventanas superiores, los escudos del obispo López de Carvajal y de la ciudad se sitúan a ambos lados del escudo de los Reyes Católicos, que fueron quienes ordenaron la construcción de edificios para reunir al concejo. Este edificio es actualmente la sede de la Escuela Municipal de Música y sala de exposiciones.



 Desde la plaza nos dirigimos a la Travesaña Alta, donde encontramos la iglesia de San Vicente, de estilo románico. Al ser conquistada la ciudad el 22 de enero de 1124, festividad de San Vicente Mártir, se decidió convertir al santo en patrón de la ciudad y erigir una parroquia bajo su advocación.

Casi enfrente de la iglesia se situa la casa del Doncel, de estilo gótico civil. Este edificio empezó a construirse en el siglo XIII aunque de sus primeros cimientos apenas quedan restos. Volvió a ser completamente levantada entre la segunda mitad del siglo XV y principios del XVI. En su larga existencia ha sido la estancia de personajes y familias ilustres, como los Vázquez de Arce y Sosa y los Marqueses de Bédmar.

El edificio ha tenido diferentes usos a lo largo de su historia y sus diferentes habitantes fueron dividiendo espacios hasta configurar su estructura laberíntica actual. Ahora pertenece a la Universidad de Alcalá de Henares, que lo ha rehabilitado como museo, sala de lectura y aulario para cursos de verano.


Siguiendo por la Travesaña Alta nos encontramos con la iglesia de Santiago, románica, fundada a mediados del siglo XII. Durante la Edad Media fue sede de los Concejos abiertos de la ciudad. Fue reedificada a principios del siglo XII y a principios del XIV se convirtió en la iglesia del convento de las Clarisas, hermandad que más tarde se mudaría al monasterio de Nuestra Señora de los Huertos. 


Bajando por la Calle Mayor llegamos hasta la Puerta del Sol, una de las puertas de la ampliación de la muralla, mandada llevar a cabo por el obispo Girón de Cisneros en el siglo XIV. 



Volviendo a la Calle Mayor, mientras bajábamos por ella, pudimos contemplar una bonita vista de la catedral. 

Al final de la Calle Mayor se encuentra la Plaza Mayor, que se abre ante la fachada sur de la catedral. Esta plaza renacentista está porticada en sus lados este y sur. En el primero se sitúan las casas del Cabildo, adornadas con escudos. En el último se sitúa el Palacio de los Deanes, sede actual del Ayuntamiento. En el lado oeste, algunas casas con escudos que dan a la plaza un ambiente señorial. 
En esta plaza se solían celebrar las corridas de toros goyescas. Según una anécdota, unos americanos quisieron comprar la Plaza Mayor para llevársela piedra a piedra a Estados Unidos, por ser considerada una de las plazas mayores castellanas más bellas.



Justo al lado de la plaza se encuentra, como ya hemos dicho, la catedral de Santa María la Mayor, que se mandó construir en 1124, cuando el obispo Bernardo de Agén reconquistó la ciudad a los musulmanes (durante el reinado de Doña Urraca, hija de Alfonso VI). La parte que da a la Plaza Mayor es la de la Puerta del Mercado, de estilo románico (siglo XII), cubierta por un pórtico neoclásico y, sobre él, un rosetón románico de transición, del siglo XIII.
Al lado de la puerta se sitúa la torre "del Gallo", de comienzos del siglo XIV, que en sus orígenes fue una atalaya militar para transmitir señales que se pudieran ver desde el castillo de Sigüenza.



La construcción de la catedral tuvo lugar a lo largo de varios siglos, por lo que se pueden observar en ella distintos estilos arquitectónicos. Por ejemplo, las dos torres de la fachada principal aportan a la catedral un aspecto de fortaleza militar, como sucede con otros edificios religiosos de la misma época, que tenían que asumir funciones de templo-fortaleza.


Sobre todo en el interior destaca el estilo gótico, ya que unas reformas del siglo XVI destruyeron las absidiolas románicas para construir la girola. 
Nada más entrar por la fachada principal nos sorprendió el trascoro barroco donde se expone una escultura románica de Santa María la Mayor, patrona de la ciudad. 


 Detrás del trascoro se sitúa, como no podía ser de otra manera, el coro. El coro actual fue mandado construir por el cardenal Pedro González de Mendoza (siglo XV), y sustituye a uno anterior, realizado en alabastro. Se compone de 84 asientos de nogal situados en dos filas, en cuyos respaldos podemos ver ornamentos de estilo górico y escudos de armas obispales. Coronando la sillería superior se encuentra el órgano.



En el centro se sitúa la silla episcopal. En su respaldo está tallado el escudo del cardenal Mendoza.


Enfrente del coro se sitúa el altar mayor, que fue un encargo del obispo franciscano fray Mateo de Burgos. Se construyó entre 1609 y 1613 en estilo manierista.


Junto a la puerta sur o "del Gallo" (que habíamos visto desde el exterior) está el retablo de San Juan y Santa Catalina, que se compone de varias de las tablas realizadas hacia 1440

Las tablas están pintadas en estilo gótico italiano y en la tabla central se representa la Crucifixión, mientras en las otras son escenas de la vida de San Juan y de Santa Catalina.


Junto al retablo encontramos la capilla de San Juan y Santa Catalina, más conocida como la "capilla del Doncel". En el interior hay varios enterramientos, destacando en el centro del panteón el mausoleo, de estilo renacentista, de los padres del Doncel, Fernando de Arce y Catalina de Sosa. 

Pero la obra maestra de esta capilla y quizás de la catedral, es el enterramiento de Martín Vázquez de Arce, conocido popularmente como "el Doncel de Sigüenza". Fue un aristócrata y militar castellano del siglo XV, que murió durante la Guerra de Granada, en la acción militar de la Acequia Gorda de la vega de Granada.  

El sepulcro, con la estatua del Doncel en alabastro, está vestida con armadura y con la cruz de Santiago (orden a la que pertenecía) en el pecho,  pero lo que más resalta es que no es una figura yacente, dormida, si no que se encuentra recostado, en actitud de leer un libro que sostiene abierto en sus manos,  La fecha de realización de este conjunto funerario es entre 1486, año de la defunción del Doncel. Este sepulcro es una de las principales esculturas góticas españolas. 




Una vez visitada la catedral, nos dirigimos a la Alameda para visitar el monasterio de Nuestra Señora de los Huertos. Se trata de un edificio gótico-renacentista, habitado por una comunidad de monjas Clarisas que realiza bordados de ornamentos litúrgicos y repostería. Lo más típico de su perímetro exterior es la serie de contrafuertes decorados y rematados con gárgolas y pináculos.



 La portada, de estilo plateresco, está presidida por una imagen de la Virgen sentada con el Niño.



En el patio exterior se enterraba a los pobres y enfermos que morían en el Hospital de San Mateo y, desde los primeros años del siglo XIX hasta 1906, sirvió de cementerio público. Precisamente, la última intervención arqueológica en el atrio de la iglesia ha permitido encontrar restos interesantes, como la antigua calzada procesional de acceso a la iglesia y algunos restos humanos enterrados en dicho patio. 


En el interior del templo, de nave única, destacan la reja que cierra el presbiterio y la Capilla Mayor, presidida por un retablo renacentista pintado directamente sobre la pared. 

Es de estilo plateresco, labrado en piedra. En su centro podemos admirar la hornacina con la imagen de la Virgen de los Huertos, con el Niño en brazos.


Al salir de la iglesia volvimos a la Alameda para dirigirnos a la ermita del Humilladero, ejemplo de los pequeños templos ubicados a la entrada de las poblaciones durante los siglos XV y XVI, para descanso de los viajeros y caminantes. Esta ermita, construida en 1568, se encuentra en un punto estratégico: el cruce entre el cordel de la Cañada Real que viene desde Alcuneza (carretera de Medinaceli) y el camino que discurría hacia la Corte y que también conducía a Soria y Atienza.  En la actualidad alberga la oficina de turismo. 

Desde la ermita nos fuimos al coche para seguir con nuestra ruta turística hacia Atienza. Según nos alejábamos de Sigüenza pudimos admirar unas bonitas vistas del castillo. 


Pero no era el castillo lo único que pudimos admirar al salir de la ciudad. También la catedral lucía majestuosa entre el resto de edificios.

Tras algo menos de media hora llegamos a Atienza. Desde los alrededores del pueblo se puede disfrutar de unas bonitas vistas del castillo. 

La villa de Atienza, al igual que Sigüenza, tiene un origen muy antiguo. Ya se conocía la ciudad de Tithya en tiempos de los celtíberos.
También tuvo asentamientos visigodos, pero su época de máximo esplendor la vivió durante la Baja Edad Media, momento en el que Atienza se convirtió en un enclave de importancia estratégica al estar situada cerca de la frontera entre los dominios castellanos y los reinos musulmanes, y cerca también de la frontera con Aragón. El mismísimo Cid Campeador pasó por estas tierras hacia el destierro.

En el siglo XII, tras varios periodos de pertenencia castellana, Atienza fue arrebatada definitivamente a los musulmanes, para formar parte del Reino de Castilla.

Hasta el siglo XV, Atienza gozó de una gran prosperidad, llegando a tener, además del castillo, murallas, torres defensivas y catorce iglesias. Pero a partir de entonces perdió importancia, al dejar de ser ciudad estratégica y fronteriza.

Atienza vio nacer a Juan Bravo, héroe de la guerra de las Comunidades. Aún se conserva en la villa su casa natal.


Al llegar a Atienza aparcamos muy cerca de la plaza de San Gil, cuyo elemento más llamativo es la fuente que está en medio de la plaza.




En un lateral de la plaza se encuentra la iglesia de San Gil. 


Esta iglesia es actualmente la sede del Museo de Arte Sacro, recogiendo lo mejor del arte atencino de todas las épocas, además de una colección de elementos arqueológicos. De su planta románica sólo queda el ábside, del siglo XII. 


Subiendo por la calle Real nos encontramos con la fuente del Tío Victoriano, que contiene el escudo de la ciudad. 



Paseando llegamos a la plaza Mecenas, con un bonito arco de entrada. 



Desde la plaza Mecenas fuimos paseando a la Plaza de España, de forma triangular y situada en cuesta. 

Destaca entre sus construcciones el Ayuntamiento, del siglo XVIII, con su torrecilla del reloj y el escudo de la fachada. 

En el centro de esta plaza resalta una fuente del siglo XVIII, con diversas figuras de peces talladas. Es conocida como la fuente de los Delfines. 

Cerca de la plaza de España se encuentra la Casa del Cordón.

Se trata de un palacio medieval en el que destaca un grueso cordón franciscano rodeando el pórtico y un ventanal gótico en la fachada.




Siguiendo nuestro paseo cruzamos el el arco de Arrebatacapas, resto de una de las antiguas puertas de la muralla. Separa las dos plazas más emblemáticas de Atienza.


Y si la de un lado era la Plaza de España, la del otro lado es la Plaza del Trigo o del Mercado, que responde al tipo de plazas mayores castellanas, con soportales con columnas de piedra y estructura de madera vista. Aquí era donde tenía lugar el mercado de la villa y su comarca. 

La plaza estaba abarrotada de gente, ya que allí se estaba celebrando un certamen de pintura. El ambiente era inmejorable. 

Varias de las casas de la plaza son medievales, entre las que destaca la Casa del Cabildo, que exhibe en sus capiteles de madera tallada los emblemas del cabildo de curas de Atienza, a cuya institución pertenecía. 

 En un costado de la plaza  se alza la mole de la iglesia de San Juan del Mercado, dedicada a San Juan Bautista, actualmente iglesia parroquial abierta al culto. Fue iniciada en el siglo XII, pero se rehizo a fines del siglo XVI, de estilo renacentista.

Entre las numerosas casas señoriales que llaman la atención en Atienza, una de las más conocidas es ésta, que posee un balcón en la esquina. 


Paseando hacia las afueras del pueblo llegamos a la iglesia de la Santísima Trinidad, que posee un ábside románico de influencia segoviana (lo único que se conserva de la iglesia original). En ella se encuentra el museo de la Caballada de Atienza (fiesta popular). En el museo hay diversos diplomas medievales concediendo privilegios a Atienza. 

Desde allí volvimos al coche para subir al castillo, que domina el cerro en el que está asentada la villa. De él sólo se conservan la torre del homenaje, el espolón de roca y el recinto del patio de armas.  

                                          

Subimos hasta lo alto de la torre, aprovechando los últimos rayos de sol del día. Desde allí pudimos disfrutar de una excelente vista de la iglesia de Santa María del Rey, construída al pie del castillo en estilo románico del siglo XII. Fue levantada a instancias del rey Alfonso I de Aragón, y a él se debe el apelativo que lleva. 

Es la más antigua de Atienza, construida sobre una antigua mezquita, y en la actualidad alberga el cementerio municipal. 


Pero, sin duda, la mejor vista desde lo alto del castillo es la de la villa de Atienza. Sencillamente, impresionante. 


Bajamos del castillo ya de noche, utilizando la luz del móvil para no caernos en el intento. Debido a la falta de luz y al frío que empezaba a hacer acto de presencia, decidimos abandonar Atienza para volver a casa.

El resumen del día es: dos ciudades muy interesantes, bonitos monumentos y una temperatura de lo más agradable hicieron de esta pequeña excursión un día perfecto.

En el coche íbamos hablando de los puentes que vienen dentro de poco, por lo que habrá que ir pensando en nuevos destinos. Así que pronto volveréis a tener noticias nuestras.