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Nordeste de Segovia (III): Hoces y Sepúlveda

Por la mañana me levanto pronto, cojo el coche y me voy a la presa del embalse de Linares. Allí es donde comienzan las Hoces del Río Riaza. Ya que no tenemos mucho tiempo en este viaje, decido aprovechar ese rato para visitarlo mientras corro. Así que bajo hasta el río desde el parking para vehículos y luego recorro la orilla del cauce del Riaza hasta llegar al viaducto.



Después de desayunar salimos a dar una última vuelta por Maderuelo. Lo malo es que está lloviendo y el día no está agradable para andar por la calle. Además, queremos hacer el recorrido turístico por el pueblo, pero no se había apuntado suficiente gente, por lo que se cancela. Así pues, nos acercamos a la iglesia de Santa María del Castillo, aprovechamos que está terminando la misa dominical y, justo cuando acaba, entramos para visitarla. No es muy grande, y los parroquianos están muy amables indicándonos donde se encuentra el atractivo más "particular", una momia.



Lo último que hacemos en Maderuelo es cruzar el puente y acercarnos a la ermita de la Vera Cruz, que se encuentra en la otra orilla del río. Desde aquí es desde mejor se ve el antiguo puente sumergido.



Nos despedimos de nuestro centro de operaciones, poniendo rumbo a Sepúlveda. Una vez aparcadados, damos vueltas por el casco antiguo, pasando por la Plaza de España y las calles cercanas.




Tras una empinada cuesta, llegamos a la Iglesia de San Salvador, en uno de los puntos más altos de la ciudad. Este templo, de finales del siglo XI, es uno de los paradigmas del románico castellano.


 

Había llegado el momento de recuperar fuerzas, así que vamos al restaurante que teníamos reservado: Fogón de Azogue, donde primero saboreamos unos torreznos y una sopa castellana, para después dar cuenta de un lechazo asado en horno de leña. Para rematar, elijo un trozo de ponche segoviano. Está todo muy rico, aunque la cantidad es tanta que nos dejamos parte del lechazo, que nos envuelven para llevar (obviamente, en casa ya no es lo mismo que recién hecho).



Desde nuestra mesa podemos disfrutar de unas grandes vistas de casi todo Sepúlveda.



Nuestra última visita en Sepúlveda es a la Iglesia de Nuestra Señora de la Peña, románica pero con un retablo barroco en su interior. Detrás de la iglesia hay una explanada con vistas privilegiadas del río Duratón.




Nuestra última visita del viaje es a las Hoces del Duratón, que se encuentran a pocos kilómetros de Sepúlveda. Como Mery se encuentra ya cansada, se queda en el coche y yo voy andando desde el aparcamiento hasta la Ermita de San Frutos, el sitio más famoso de las Hoces.


Y con esto termina nuestro viaje por tierras segovianas, donde hemos disfrutado de visitas muy agradables, hemos comido estupendamente y ya conocemos más en profundidad otra zona bien cercana a nuestra casa.

Nordeste de Segovia (II): Pedraza y Turégano

Arrancamos el día cogiendo el coche en dirección sur, camino hacia la capital provincial, aunque nuestro objetivo no es llegar a Segovia, sino ver las distintas ermitas remarcables en el camino y detenernos en Pedraza y Turégano.


Llegamos lo primero a la Ermita de la Virgen de las Vegas en Requijada. Es un templo románico de gran belleza, que se encuentra solitario al lado de la carretera. Fue construido sobre un mausoleo paleocristiano.



Nuestra siguiente parada es Sotosalbos, localidad citada por el Arcipreste de Hita dentro de El libro del buen amor. Lo más destacado aquí es la Iglesia de San Miguel Arcángel, también de estilo románico. Destaca su galería porticada, bastante típica de la zona.



Llegamos a Pedraza y, tras dejar el coche en la zona de aparcamiento, damos una vuelta por el pueblo, empezando por la Iglesia de Santa María (que se encuentra en ruinas). El edificio es de propiedad privada tras ser adquirido por el pintor Ignacio Zuloaga en 1926.



Paseamos por la Calle Mayor, que desemboca en la plaza Mayor. En ella se encuentra la Iglesia de San Juan Bautista, única visitable del pueblo, pero solamente los domingos, así que nos tenemos que conformar con verla por fuera. Como se ve en las fotos, la lluvia empieza a complicar el día.



Para resguardarnos decidimos visitar la Cárcel, al lado de la puerta de la villa. Este torreón con origen en el siglo XIII fue utilizado posteriormente como cárcel, y se puede ver las antiguas celdas, la habitación del carcelero, las mazmorras, letrinas... como os imaginareis, las condiciones sanitarias ahí dentro son difíciles de imaginar para un turista del siglo XXI.



Seguramente más por la hora que por la última visita, pero lo cierto es que nos ha entrado hambre, así que vamos a comer al bar-restaurante Reberte, metido en la Calle Real pero con vistas desde nuestra mesa a la Plaza Mayor. De primero elegimos judiones y gazpacho, mientras que de segundo por supuesto probamos el cochinillo, hecho en el horno a muy poquitos metros de donde nos encontramos. No nos decepciona (sobre todo a Mery, que le encanta el cochinillo).



Al salir llueve, así que hacemos alguna foto a la plaza, al castillo (que también pertenece a los herederos de Zuloaga) y nos vamos a Turégano.



Lo primero que hacemos en Turégano es visitar la Plaza de España y luego subimos al castillo.



Tiene la particularidad de ser una iglesia a la que se añadió un castillo rodeándola. Este edificio está asociado a varias personalidades históricas, como el obispo Arias Dávila, quien inició la adición del castillo, o Antonio Pérez, el secretario de Felipe II que estuvo encerrado aquí. La visita es guiada, en la que pasamos por las antiguas habitaciones del castillo y subimos hasta la torre del homenaje. Hace bastante frío arriba y nos empezó a llover justo cuando estábamos en el exterior.



Tras bajar, nos vamos de vuelta a Maderuelo. Pero como Sepúlveda (uno de nuestros objetivos para mañana) nos queda de camino, paramos allí y en la oficina de turismo recogemos un plano del pueblo.

Nordeste de Segovia (I): Maderuelo y Ayllón

En esta ocasión vamos a pasar un fin de semana largo en la zona nordeste de Segovia, con centro de operaciones en el pequeño pueblo de Maderuelo. Llegamos allí por la mañana, tras sufrir el atasco de salida de Madrid en un viernes festivo.

Nos alojamos en El Secreto del Castillo, un hotelito rural muy acogedor. Tiene todas las comodidades pero está ambientado como si fuera un lugar antiguo, así que parece que será ideal para descansar después de hacer un poco de turismo cada día.



La habitación tiene vistas al Pantano de Riaza.



Desde la ventana vemos lo que sobresale del antiguo puente, que quedó hundido con la construcción del pantano.



Damos una vuelta por Maderuelo, es un pueblo pequeño que se recorre rápido. Está construido en una antigua fortaleza.



Pasamos por la Plaza de Santa María, donde se encuentra la iglesia del mismo nombre.



Comemos en la Posada del Medievo.



De entrante unos torreznos, luego un delicioso lechazo con ensalada. Muy rico, aunque nos quedamos llenos.



En la oficina de turismo nos dicen que las visitas guiadas no se van a hacer por las tardes, solo por las mañanas. Así que cogemos el coche y nos vamos a Ayllón, para verlo antes de que se ponga el sol.

En Ayllón vamos lo primero a la Torre de la Martina, lo que queda de un antiguo edificio



Luego damos una vuelta por la zona de los paredones y el paseo de las Bodegas.



Bajamos hasta la Planza Ángel del Alcázar y de ahí a la Plaza Mayor, muy bonita. Seguro que en verano es un sitio ideal para poner terracitas y tomarse algo.



Visitamos la iglesia de San Miguel, románica y muy bonita por dentro.



Nos acercamos al Arco, la única entrada medieval al pueblo que aún se conserva.



Compramos algo de cena y nos volvemos a Maderuelo, donde aprovechamos la tarde / noche (una vez que ya está todo oscurecido) para descansar.