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Viaje a Irlanda (VII): El regreso

Llegó el día final. Puesto que a las 2 teníamos que coger el avión de regreso, y que ya teníamos los billetes del autobús comprados y la parada estaba cerca de nuestro hotel, esa mañana habíamos decidido que no iríamos al centro de Dublín. Pero, ya que teníamos unas horas libres, Mery propuso hacer la visita guiada del Aviva Stadium y a mi, claro, me pareció una idea perfecta. Así que poco antes de las 10 estábamos en la oficina anexa al estadio donde empezaban las visitas. Nuestra idea era hacer la primera, a las 10:00, para luego volver con tiempo a hacer el check out en el hotel e irnos sin prisas.

Llegaron las 10:00 y en dicha oficina no había nadie. Las 10:05, las 10:10... el tópico de la puntualidad británica estaba quedando hecho añicos, o a lo mejor eso se lo reservaban a sus vecinos de la isla oriental. El caso es que cuando ya eran casi y cuarto se acercó uno de los vigilantes de la seguridad del estadio y les dijo a otros turistas que se habían acercado que este día no había visitas guiadas, ya que justo esa noche había partido. Un futbolero República de Irlanda vs Oman nos iba a privar de ver el Aviva Stadium. ¡Menuda faena! Menos mal que una empleada del estadio (pensamos que de la tienda oficial) muy amablemente se ofreció a enseñarnos el interior del estadio. Dicho y hecho, entramos con ella hasta el césped, así que pudimos estar allí unos pocos minutos.



De vuelta al hotel, nos tomamos las cosas con calma, puesto que ahora sí que teníamos mucho tiempo. Finalmente, nos despedimos de nuestro hogar dublinés durante dos días, cogimos el autobús y llegamos al aeropuerto, donde ya habíamos estado otras dos veces en la última semana.

El vuelo de vuelta transcurrió sin incidentes, así que llegamos a la soleada España a media tarde.

En resumen, este viaje ha supuesto para mí una vuelta a los orígenes irlandeses, teniendo en cuenta que fue mi primera experiencia lejos de mi familia, en los ya lejanos años noventa. Irlanda sigue teniendo esos paisajes tan verdes, esa gente tan acogedora y cercana, y esa ausencia de sol tan característica. Pero esta vez no nos hemos limitado solo a Dublín, hemos recorrido buena parte de la isla (si bien la parte sur la dejamos para una esperemos que cercana visita). Hemos visto sus maravillas naturales, hemos conocido mejor su cultura celta, sus deportes autóctonos, etc. En resumen, una muy bonita semana en la Isla Esmeralda.

Viaje a Irlanda (VI): Segundo día en Dublín

Nuestro segundo día de turismo por Dublín era el último completo que pasaríamos en Irlanda, así que teníamos que aprovechar. Comenzamos la jornada yendo a la Guinness Storehouse, que es una antigua fábrica de la empresa cervecera que ahora usan como museo, en el que de forma muy interactiva se muestra todo lo relacionado con esta bebida y con su proceso de elaboración. En un inmenso edificio de 7 plantas que simula interiormente la forma de un vaso. La verdad es que el tiempo se nos pasó muy rápido entre exposiciones, catas, fotos, etc.



Para terminar la visita, en la última planta se encuentra un bar/terraza con vistas a Dublín, en el que te puedes tomar una pinta de Guinness cuyo importe está incluído en la entrada al museo.


Puesto que hoy teníamos prisa, aprovechamos para comer algo ligero en uno de los restaurantes que tienen dentro del museo.

La siguiente parada era la catedral de San Patricio.


Tenía detalles interesantes, como los preciosos suelos, o la información sobre Jonathan Swift. El autor de "los viajes de Gulliver" fue deán de la catedral durante muchos años.


Pero la que de verdad nos gustó fue la otra catedral de Dublín, la de la Santísima Trinidad, más conocida como Christ Church. Es la más antigua de las dos, y tiene un aire más medieval. Incluso, se puede visitar su cripta.


Tras estas visitas fuimos hacia la zona del Castillo de Dublín. La verdad es que nos decepcionó un poco, ya que excepto un torreón y la capilla real, el resto lo vimos demasiado nuevo y sin atractivo.


Para terminar el día, nada como volver a Temple Bar a cenar. Esta vez optamos por el Oliver St. John Gogarty, nombrado así en honor a un poeta y cirujano irlandés. Para acompañar a la reglamentaria Guinness, esta vez elegí un plato de fish and chips. Como se puede comprobar en las fotos, era muy abundante, aunque creo que me convenció más la cena del día anterior. El pub también contaba con música en directo, pero era demasiado instrumental para nuestro gusto.


Y con eso, volvimos al hotel, que tendríamos que abandonar al día siguiente para retornar a España.

Viaje a Irlanda (V): Primer día en Dublín

Hoy nuestra idea era tener una jornada relajada, visitando Dublín pero también descansando tras los viajes en coche de días anteriores. Así pues, tras mi carrerita matutina, en la que me acerqué a correr a St Sthepen´s Green, el parque que más recordaba de cuando estuve en Dublín estudiando inglés (hace ya más de 16 años de mi última visita), nos pusimos en marcha más tarde que otros días. Salimos de nuestro hotel y está claro que la zona está influenciada por el cercano Aviva Stadium, como demuestra la estatua que estaba a la puerta del hotel.



Cogimos el tren hasta el centro de Dublín, y en menos de 10 minutos estábamos en los alrededores de O´Connell Street, la calle más famosa de la capital irlandesa, junto a Grafton Street. Nos hicimos unas fotos junto al edificio central de correos, uno de los más imponentes de la ciudad, con su estilo neoclásico.

Por supuesto, al lado estaba The Spire, la columna que han instalado hace pocos años y que se eleva hasta una altura increíble.


Tras esto, fuimos paseando hasta Grafton Street. En esta calle nos íbamos deteniendo en las tiendas que nos parecían más interesantes, como Disney Store, la de MAC o alguna otra. Paseando, paseando, acabamos llegando a St Sthepen´s Green. Dimos un agradable paseito por el parque y, puesto que el día acompañaba, compramos algo de comer en un Subway cercano y nos lo comimos en el parque, tumbados en la hierba.


Tras descansar un rato, volvimos a bajar Grafton Street hasta llegar al Trinity College.


Lo primero que visitamos fue su biblioteca, donde se encuentra expuesto el famoso Book of Kells, un códice miniado con extraordinarios dibujos.


Además, en la biblioteca había una exposición sobre Brian Boru, uno de los más grandes jefes de las tribus que habitaban la isla. Fue el primero que consiguió dominar toda la isla: por algo le llaman el Emperador de los irlandeses. Por supuesto lo disfruté un montón.


Otro de los tesoros que esconde la biblioteca del Trinity College es el harpa de Brian Boru. Aunque tenga esa denominación, actualmente se sabe que no es de los tiempos de este personaje histórico. Eso no quita para que sea una de las tres únicas harpas que han sobrevivido en Irlanda desde la Edad Media.


Seguimos dando otro paseito por las instalaciones del Trinity College, donde por ejemplo hay un campo con unas porterías de hurling / fútbol gaélico. Por supuesto, ahí fue Julián a hacerse una foto.


Tras salir del Trinity, dimos una vuelta por los alrededores, donde el edificio más representativo es el Banco de Irlanda.


Andábamos tras los pasos de la estatua de Molly Malone. Resulta que no se encontraba donde yo la recordaba (en Grafton Street), ya que la han trasladado debido a las obras del tranvía. Pero finalmente dimos con ella.


Tras aprovechar para hacer unas compritas, nos fuimos a Temple Bar.


Después de que los días anteriores hubiéramos comido lo que íbamos pudiendo cada jornada, nos apetecía una cena sin prisas. Así pues, fuimos a The Old Storehouse, donde pudimos por fin degustar la cerveza Guinness, comer un típico estofado irlandés y escuchar música tradicional en directo. El sitio estaba fenomenal.


Ya se había hecho de noche, así que caminando por las empedradas calles de Temple Bar nos fuimos a nuestro hotel, tras pasar un muy agradable día en Dublín.