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Alsacia IV: Strasbourg

Tras dejar el hotel por la mañana, salimos a dar una vuelta por la ciudad. Nuestra primera parada es en la Place de l'Homme de Fer, donde para el tranvía que recorre la ciudad. La verdad es que con las luces de noche iluminando la estructura circular de la estación, tiene un ambiente más bonito que durante el día.

Continuamos hasta llegar a la Place Kléber, en la que se alza la estatua del general con ese nombre. Pero la verdad es que durante estos días de navidades la estatua queda totalmente eclipsada por el majestuoso árbol de navidad colocado en uno de los extremos. Al igual que la mayoría de lugares, esperamos volver a pasar luego cuando caiga la noche para verlo en todo su esplendor.





Seguimos por la Rue des Grandes Arcades, la calle de los principales comercios de la ciudad, que acaba desembocando en la Place Guttenberg.

En la Place Guttenberg sucede también que los adornos navideños le ganan el protagonismo a la estatua del inventor de la imprenta, que vivió en Estrasburgo.



Por fin llegamos a mi edificio favorito de la ciudad, la Catedral de Notre Dame de Strasburg. De noche está aún más impresionante, con la estupenda iluminación que tiene, pero de día sigue siendo muy bonita.



A su lado está la Maison Kammerzell, que actualmente es un restaurante. Esta casa diría que de día gana respecto a la noche, puesto que su poca iluminación la penaliza en horas nocturnas.



Tras entrar en la oficina de turismo (que está atestada de gente) vamos callejeando por las bonitas calles que llegan hacia el río Ill, con la intención de coger el paseo turístico en barca. Compramos los billetes y, como tenemos casi una hora para que parta nuestra embarcación, decidimos seguir callejeando para aprovechar el tiempo y que el frío no haga mella en nosotros (o al menos, para paliarlo). Lo cierto es que tan cerca del agua la temperatura es aún menor, así que nos alegramos de que la barca sea cubierta y climatizada.



Paseando, vemos la iglesia de Saint Nicolas y decidimos comprar algo para comer y beber. Para esto último, se hacen imprescindibles los respectivos vino y chocolate caliente, muy de agradecer. Los acompañamos con un panino y un bretzel. Nos volvemos al embarcadero a comerlo, pero cuando llegamos la cola ya es muy grande, por lo que tememos que no vamos a poder elegir ventana. Pero, contando con un poco de suerte, llegamos a tiempo de coger el penúltimo asiento de ventana.

El barco da un muy agradable paseo de más de una hora por el río Ill, pasando por el famoso barrio de "la petite france", llamado así por los soldados que eran cuidados allí de la sífilis ("el mal francés"). Posteriormente adquirió su bonito aspecto que ha perdurado hasta nuestros días. Solo pudimos ver la parte que está en las orillas del río, así que nos queda pendiente para la próxima visita a Strasbourg el dar un paseo por él.

Pasadas las torres que finalizan la isla en la que está contenido el centro histórico, el barco da la vuelta y continúa rodeándola por la otra parte, por lo que pasamos al lado del que fue nuestro hotel la noche anterior, en la Place des Halles.



Pasamos ante la iglesia de Saint Paul, a la que queremos regresar posteriormente andando.



Y el viaje llega a su extremo en la zona de las instituciones europeas, donde se encuentra entre otros edificios el Parlamento Europeo.


Al terminar, continuamos nuestro callejeo, que nos llevó primero de vuelta a la catedral, para luego ver el Temple Neuf.






El siguiente destino era la iglesia de Saint-Paul, para luego volver por la Place de la République, con el Palais du Rhin, la la Place Broglie, con el edificio de la Ópera.





Ya estaba cerca de anochecer, así que decidimos cenar algo rápido. Y, aunque no sea la región más representativa de Francia, no podíamos salir del "Hexágono" sin probar unos crêpes. El mío de chocolate y el de Mery solo, acompañados de sendos chocolates calientes para entonarnos.

Definitivamente ya era de noche, así que volvimos a dar la vuelta más representativa por el centro, maravillándonos de las luces que engalanaban el árbol de la Place Kléber, la Place Guttenberg o la Catedral (donde compramos castañas asadas).









El viaje turístico había acabado, solo quedaba volver a la zona de Les Halles, comprar un par de bocadillos para cenar más tarde, recoger el coche y las maletas y ponernos rumbo a Basilea; o más concretamente a Saint Louis, que es el pueblecito donde teníamos el hotel de esa noche. Hotel Fórmula1 para salir del paso y poder dormir unas horas, puesto que nuestro avión salía a las 6:30 de la mañana.

Una vez instalados llevé el coche al aeropuerto y regresé andando, puesto que hay menos de un kilómetro entre éste y el hotel.

A la mañana siguiente nos despertamos bien prontito y desandamos el camino al aeropuerto. Aunque aún era de noche, no tuvimos ningún problema, y cogimos el avión a Madrid para terminar estas vacaciones exprés que nos han permitido descubrir una zona verdaderamente encantadora y llena de espíritu navideño, ideal para visitar en estas fechas. Eso sí, el frío está garantizado.


Alsacia III: Turckheim, Kayserberg, Riquewihr

Hoy teníamos pensado visitar los pueblos típicos de la zona que rodean Colmar. Finalmente el día se nos ha complicado un poco, pero hemos podido hacer prácticamente todo el recorrido que teníamos pensado.

Y es que cuando ya hemos salido del hotel de Turckheim, al intentar arrancar el coche éste no funcionaba. Hemos tenido que pedir ayuda a un hombre que andaba por la zona, pero tampoco nos ha sabido ayudar a arrancarlo. Así pues, hemos llamado a la asistencia de Hertz, que nos han dicho que mandaban un mecánico para intentar solucionarlo.



El mecánico ha tardado mucho en llegar (menos mal que la gente del hotel nos ha dejado que Mery se quedara dentro mientras esperábamos, porque hacía bastante frío y niebla). Finalmente ha llegado el mecánico y ¡resulta que el único problema es que no sabíamos cómo arrancar el coche! Estos vehículos modernos y tan automatizados...

Así pues, bastante más tarde de lo que pensábamos, comenzamos nuestra jornada. Damos una vuelta por el centro histórico de Turckheim, por donde ya paseamos la noche anterior. Es muy bonito, y además cuenta con la ventaja de que hay poca gente (comparado con los otros dos pueblos que veremos hoy). El mercadillo ya está cerrado después de Navidad, pero las casas, la iglesia y el ambiente en general nos siguen pareciendo de cuento de hadas.

 

Turckheim tiene la particularidad de su calendario de adviento en 3 casitas de colores. Cada día hasta Navidad se va abriendo una ventana. Actualmente ya están todas abiertas.



Dejamos Turckheim y rápidamente llegamos al siguiente pueblo (Kayserberg). Aquí los pueblos están muy cerca unos de otros. Además, debido a la influencia alemana sobre esta zona durante mucho tiempo, la mayoría tienen nombres germánicos, lo que resulta curioso. Si no fuera porque se oye a todo el mundo hablar francés, parecería que estamos al otro lado de la frontera franco-alemana.

En Kayserberg volvemos a dejar el coche en un parking al aire libre (en este caso de pago) y hacemos el típico recorrido por la calle principal, que de nuevo te transporta a otro mundo de cuentos.



Aprovechamos a comprar un bretzel, un crêpe y un chocolatito caliente (del que nos quedamos la taza con una inscripción del pueblo) para combatir el frío que reina en este momento.



También entramos a ver la iglesia por dentro. Es de las que son muy oscuras, por lo que te mete en ese ambiente medieval que reina en el pueblo, que parece que detuvo el tiempo unos cuantos siglos atrás.



Nuestra última visita es a Riquewihr. También dejamos el coche en el parking al aire libre y damos un paseo por la calle principal (en este caso cuesta arriba). Posiblemente sea el pueblo más concurrido de gente de los tres, y a fuerza de ver paisajes similares, es el que menos nos ha impresionado.




Pasamos por Ribeauvillé (otro de los pueblos que teníamos previsto ver) pero decidimos no visitarlo, puesto que ya está anocheciendo y la espesa niebla no deja ver prácticamente nada). Así pues, enfilamos ya a Strasbourg, a donde llegamos a las 18:30. Tras instalarnos en el hotel, decido que tengo antojo de comer una hamburguesa de la cadena Quick, así que busco si en la ciudad hay alguna cerca, con tan buena suerte de que en el mismo centro comercial donde está nuestro hotel se encuentra uno de los dos únicos Quick que hay en la ciudad.



Tras saciar el antojo, salgo a dar una vuelta nocturna mientras Mery descansa. La ciudad conserva el encanto navideño de los pueblos que hemos visitado hasta ahora. Pero si hay algo que me enamora de verdad es la catedral, con esa niebla que la cubre y le da un aspecto tan encantador.




Mañana visitaremos Strasbourg en profundidad, en nuestro último día de turismo de este viaje.

Alsacia II: Eguisheim y Colmar

Dejamos el hotel por la mañana y cogemos el coche para abandonar Mulhouse. Nos hubiera gustado haber dado un paseito para ver la ciudad de día, pero los fríos nos han hecho mella y tenemos que salir un poco más tarde para recuperarnos de la gripe. Sí que paramos en la Iglesia de Sainte Geneviève para hacer unas fotos en el exterior, porque parece cerrada.



Media hora después llegamos a Eguisheim, un pequeño pueblito ya en las cercanías de Colmar. Dejamos el coche en un parking público que se encuentra en las afueras y llegamos al centro dando un pequeño paseo. El pueblo parece sacado de los cuentos de hadas, como si todas las casas fueran de caramelo y las hubieran recreado siguiendo las historias de Hansel y Gretel. Además, tiene la particularidad de que sus calles están ordenadas como formando círculos concéntricos.



Pasear por Eguisheim es un placer; se encuentran pequeños detalles a cada paso, puesto que todas las casas están muy cuidadas, siguen la arquitectura tradicional de la zona, compiten por tener la decoración navideña más bonita y añaden cosas como este simpático cerdito que nos encontramos.



Para meternos más en el ambiente, nos compramos un Bretzel (conocido en Estados Unidos como Pretzel) y continuamos paseando hasta llegar a la Plaza del Castillo.



Adyacente a él se encuentra la capilla del Papa León IX, nacido aquí.




Nuestra última visita es a la iglesia de los santos Pierre y Paul. Dentro se encuentra una virgen "ouvrante"; es decir, que se puede abrir como si fuera un tríptico para contemplar su interior, que está pintado. El concilio de Trento las prohibió, por lo que en toda Alsacia quedan tan solo dos.



Nuestro siguiente destino es Colmar. Tardamos más en aparcar que en llegar desde Eguisheim. Una vez que hemos dejado el coche en el parking de la Place Scheurer-Kestner, nos dirigimos a la oficina de turismo. Desde allí comenzamos a callejear por el centro histórico de Colmar.

Visitamos la rue des têtes, con la casa que le da nombre.



El primer mercadillo que vemos (de los 5 que tiene Colmar) es el de la Place des Dominicans. Hay mucha gente, lo que será la tónica habitual en las próximas horas que pasaremos en Colmar.



Intentamos ir lo primero al restaurante. Tras dar alguna vuelta de más y comprobar que una de nuestras dos opciones estaba cerrada, Mery encuentra el otro que teníamos marcado: Bistrot Gourmand. Allí pedimos para entrar en calor una sopa de cebolla, un camembert al horno y una brusqueta.




Ya con el cuerpo más entonado (lo cierto es que hace mucho frío por la calle y se agradece calentarse tanto por dentro como por fuera) vamos a visitar la Catedral.



 Es muy grande, con un altar en una llamativa oscuridad, en comparación con la mayoría de iglesias, que intentan dar mayor iluminación justo a esa zona.



Nos acercamos también a la iglesia des Dominicains, pero nos asomamos al interior y no vemos que tenga pinta de ser muy interesante, por lo que nos abstenemos de entrar.

Seguimos paseando para llegar a los mercados navideños que nos faltaban por ver (antes de comer vimos de pasada el de la Place Jeanne d'Arc). Así pues, pasamos por el de la Place de l'ancienne Douane y por el interior de Koïfhus.



Para el final habíamos dejado la zona bañada por el río Lauch (afluente del Ill, a su vez afluente del Rin) y el barrio que se llama Petit Venise, donde se halla el último mercadillo que visitamos. Me quedo con ganas de pedir un vin chaud, pero hoy aún tengo que conducir.



Finalmente llegamos a Turckheim, el pueblo donde tenemos el hotel. Está en las afueras (lo que teniendo en cuenta que el pueblo es pequeño, significa unos 5 minutos andando hasta el centro). La habitación está muy bien, es como una pequeña casita en el campo.

Vamos al centro a dar una vuelta y cenar.



Pero la verdad es que hace bastante frío y no hay prácticamente nadie por las calles.



Acabamos cenando en la Pizzería Roma. Mery un plato de pasta y yo una tarte flambée.




En resumen, un día donde hemos vuelto a pasar mucho frío pero hemos descubierto dos lugares de cuento de hadas: Eguisheim y Colmar. Mañana continuaremos visitando pueblecitos alsacianos de camino a Estrasburgo.