Free counter and web stats


Patones de Arriba, Torremocha de Jarama y Talamanca de Jarama

Después de más de un año sin hacer turismo debido a la pandemia que estamos sufriendo todo el planeta con el coronavirus, este fin de semana de mediados de abril hemos decidido retomar las salidas, restringidos de momento a la Comunidad de Madrid. Así pues, nos ponemos las mascarillas (solo las quitamos para las fotos, alejados del resto de personas) y visitamos un pueblo del que no teníamos referencias pero que ha resultado ser una pequeña joya a menos de una hora de la capital de España. Adicionalmente, completamos el día con otros dos pueblos cercanos que, si bien no tan pintorescos, también tienen su atractivo. Todo el día lo pasamos en la cercanía del río Jarama, si bien Patones y Torremocha pertenecen a la comarca de la Sierra Norte de Madrid.

Para los que no lo sepáis, hay dos Patones: el original, Patones de Arriba, un pueblecito metido en la sierra y suspendido en el tiempo y en el espacio, y Patones de Abajo, construido a mediados del siglo XX, ubicado en la falda de la sierra y a donde se mudaron la mayoría de los habitantes de Patones de Arriba para evitar su aislamiento.

Subimos con el coche hasta Patones de Arriba pero, como el parking a la entrada del pueblo está completo, dejo allí a Mery y doy la vuelta hasta Patones de Abajo, donde aparco. Para comunicar ambos pueblo hay un camino de tierra, bastante empinado, que en 750 metros recorre la distancia entre ellos.


En la ruta hacia arriba me encuentro varios grupos de personas practicando escalada; el ascenso se ve suavizado con las vistas del valle, que van mejorando según se avanza.


Finalmente llego al aparcamiento. Aquí hay una canalización del canal del Jarama, cuya silueta hemos visto desde el coche al acercarnos.


Me reúno con Mery y entramos en Patones de Arriba. El pueblo está estupendamente conservado, anclado en el pasado, con casas de piedra, calles empedradas y conservando un ambiente totalmente rural (a excepción de las muchas terrazas de bares diseminadas por varias callejuelas y plazas).


Nos acercamos lo primero a la zona de los lavaderos.


Cruzamos el arroyo por un pequeño puente y subimos a una pequeña colina desde la que se obtienen una bonitas vistas.



Seguimos recorriendo las pintorescas calles del pueblo. El lugar invita a perderse por estas calles y encontrarse una y otra vez. Por suerte, Patones de Arriba es muy pequeña, así que la única dificultad es la complicada orografía, puesto que todas las calles son cuestas.


Subimos a la zona de las eras.


Al bajar de las eras y volver a entrar entre las casas, empezamos a sentir hambre. Son las 2, decidimos tentar nuestra suerte y preguntar en uno de los restaurantes que están cerca (Las Eras). Tenemos suerte, puesto que hay una mesa libre en la terraza.

Elegimos los mismos platos del menú: de primero migas con huevo, y de segundo entrecote con patatas. De postre yo pido tarta de queso y chocolate, mientras que Mery prefiere una tila.


Tras la comida seguimos dando vueltas por Patones. Regresamos a la antigua iglesia parroquial, que está a la entrada del pueblo y ahora hace las veces de oficina turística.


Vamos a la calle donde se concentran la mayoría de los hornos que aún permanecen en pie. Eran hornos usados para hacer pan; llegó a haber una veintena en todo el pueblo, pero ya solo se conservan unos pocos.


Y finalmente nos despedimos de Patones de Arriba. Por el sendero que comunica con Patones de Abajo llegamos al coche, y ponemos rumbo a Torremocha de Jarama, que se encuentra a unos pocos kilómetros de distancia.

Torremocha tampoco es demasiado grande, así que aparcamos cerca del centro urbano.

Pasamos por la Plaza de San Isidro, que cuenta con una rotonda con una fuente en forma de pozo, así como murales de segadores. Estos murales nos los vamos a encontrar en otras partes del pueblo, le dan una atractivo muy interesante a la población.



En la plaza también está la farmacia, que en su fachada tiene una plaquita con una viñeta de Forges. Pequeños detalles, pero que enriquecen la visita de Torremocha.


Igualmente, algo a reseñar del pueblo es que en muchísimas casas aparecen placas con el nombre de la dueña de la casa.


Nos acercamos a la Iglesia de San Pedro Apóstol, bonita edificación renacentista con un pórtico que le da un aire singular.


Al lado de la iglesia está la Fuente de las tinajas, homenaje a la historia vinícola del pueblo.


Están rodando un corto para un proyecto universitario, así que hay montado un gran revuelo en esta calle céntrica, que por lo general parece un sitio muy tranquilo.


Continuamos nuestro paseo por el centro, llegando a la Plaza Mayor. En ella se encuentra el ayuntamiento, así como una fuente y un carro que también dan a esta plaza un aspecto especial.


Finalmente, en otra plaza cercana (Plaza de España) hay una fuente de piedra con un relieve del mapa de la Comunidad de Madrid.


Regresamos al coche y, antes de irnos de Torremocha, nos pasamos por Torrearte, un centro artesanal donde está ubicada la oficina de turismo.

Nuestra última parada del día es Talamanca de Jarama. Este pueblo se enorgullece de haber servido como plató de numerosas producciones cinematográficas y televisivas, aprovechando sus monumentos y sus calles.

Tras aparcar, vemos lo primero el exterior de la Cartuja. Cuenta con una bonita fachada, pero no se puede visitar el interior.


Continuando por la misma calle llegamos a la Iglesia de San Juan Bautista. Tiene un espectacular ábside románico. Tampoco se podía visitar el interior, está claro que hoy es un día de visitar los edificios por fuera.


Dando otro pequeño paseo (en Talamanca también está todo cerca dentro del centro del pueblo) llegamos a la Plaza de la Constitución. Allí se encuentra el Ábside de los Milagros, conocido popularmente como El Morabito. De la antigua iglesia que había en este punto solo ha quedado el ábside, que deja una muy curiosa estampa. En mi opinión, lo más interesante de Talamanca, me gustó mucho la plasticidad del edificio.


Cruzamos la muralla por la Puerta Sur (llamada de la Tostonera). Esta puerta es lo suficientemente moderna para que se construyera cuando ya no había riesgo de asalto de tropas enemigas, por lo que no tiene la protección en esquina que sí tenía la Puerta del Este, que visitaremos posteriormente.



Cruzamos por un puente el Arroyo de Valdejudíos y llegamos a la Bodega del Arrabal.


La oficina de turismo se encuentra al lado, pero está cerrada, así que nos encaminamos al Ayuntamiento.

Cerca se encuentran unos restos visigodos, que en realidad no son más que dos piezas en la pared de una casa cercana al ayuntamiento.


El día ya se está terminando. Visitamos la Puerta del Este, que cuenta con un torreón de esquina llamado Puerta de Uceda. Su altura da idea de la grandiosidad que debió de tener la muralla.



Y con otro corto paseo regresamos al coche y nos encaminamos a casa. El resumen del día es que ha sido una escapada bien aprovechada, visitando un lugar recomendable por sí solo como Patones, y acompañado por otros dos pueblos que, si bien por sí mismos creo que no tienen tanto interés como para desplazarse específicamente a verlos, sí que complementan a Patones para pasar una agradable jornada.