Free counter and web stats


Sur de Italia 2014 (II): Catania y Siracusa

La primera acción del día es la habitual en los últimos viajes: salgo a correr por la ciudad (Catania en este caso) para ver las zonas turísticas más interesantes y hacernos una idea de las distancias entre unos sitios y otros.

Al volver, desayunamos (aquí si que tenemos incluido el desayuno, en el resto de hoteles del viaje no). La verdad es que nos ponen abundantes viandas en la pequeña cocina en la que se sirve el desayuno debido al mal tiempo que impide hacerlo en la terracita.

Nos ponemos en marcha. Por la mañana queremos visitar Catania, así que nuestra primera parada es el Duomo, muy grande y de estilo barroco.



Aprovechamos para hacer alguna foto en su plaza, en cuyo centro se encuentra inconfundible el elefante símbolo de la ciudad.


Abandonamos la plaza para dirigirnos al contiguo mercado delle Pesche, donde se venden los productos del mar recién pescados. La estrella es el pez espada, así que pienso que podría ser un buen manjar para probar uno de estos días.


Según nos alejamos del centro de la ciudad vemos que se pierde ese aire cosmopolita y la degradación de las calles aumenta. Si bien el centro de Catania es realmente acogedor (como cualquier bulliciosa ciudad española), al alejarse del mismo la sensación de que las calles están descuidadas aumenta.


Con estos pensamientos llegamos hasta el teatro greco-romano. La visita comienza por una vivienda construida sobre el teatro, que hace las veces de museo sobre el mismo.


Al comienzo nos acompañó por las distintas habitaciones-salas un gato autóctono, pero finalmente los encargados expulsaron al pobre minino.


La particularidad de este teatro es que la zona de la orquesta y el escenario están cubiertos por agua, además de que el recinto entero está rodeado por edificios modernos (en comparación con el teatro, claro). El conjunto queda como si estuviera atrapado en el tiempo, ajeno a todo y prácticamente olvidado por sus convecinos cataneses.


Continuamos nuestro paseo hasta llegar al Monasterio de San Nicolò l'arena. Actualmente es una universidad, a la que nosotros solo nos asomamos al patio del recinto, sin entrar en los distintos edificios. Eso sí, al lado estaba la iglesia de San Nicolò, cuyo interior no tenía un gran atractivo, pero que en su fachada conserva varias columnas gigantescas que le dan una imagen particular.


Nuestro paseo nos lleva hasta la Via Etnea, la calle de las tiendas más modernas y famosas de la ciudad. Desde allí llegamos a los Jardines Bellini, un rincón verde de Catania desde donde se ven unas bonitas vistas del Etna.


Ya habíamos visto todo lo que teníamos marcado en Catania, así que cogimos el coche y nos fuimos a Siracusa, a donde se llega en menos de una hora. Paramos en los alrededores del Parque Arqueológico, conocido como la Neápolis. La venta de entradas está al otro lado de la carretera, así que cuando nos enteramos fuimos para allá. Estaba todo casi vacío, algo que nos ha pasado en muchas de las visitas. De hecho, prácticamente los únicos visitantes del parque éramos nosotros y un grupo de estudiantes.



Una de las estrellas del Parque es el teatro griego, fantásticamente conservado.



La zona está llena de antiguas canteras, llamadas latomías. La más famosa es la conocida como Oreja de Dionisio, que tiene una acústica excelente.




Tras la visita, antes de que se nos hiciera de noche, fuimos al barrio antiguo de Siracusa, que en realidad es una isla llamada Ortigia. La zona es preciosa, el típico barrio para pasearlo una y otra vez. Ahí se encuentra el Duomo de Siracusa, construido a partir de un templo griego. Por tanto, conserva elementos de su arquitectura original, como por ejemplo las columnas.


En nuestro paseo llegamos a la Plazza Arquímedes y las calles adyacentes.




Tras dar una vuelta, acabamos volviendo a la fachada de la catedral.


Estábamos muy cerca del mar, y de la famosa fuente Aretusa.



Finalmente, nos despedimos de la ciudad, que estaba ya engalanada para las fiestas navideñas.


Al volver a Catania, salimos a cenar a un restaurante en un callejón pegado a la Piazza Bellini, llamado "Dalla padella alla brace", que en español se traduciría por "de la sartén a la brasa". El restaurante estaba muy bien, y los precios eran muy baratos. Tanto, que la carne pensamos que serían pequeñas piezas. Así, Mery se pidió un filete de ternera, otro de pollo e incluso otro de caballo (este último era para mi, ya que quería probar esta carne además del pez espada que había pedido). Cuando el camarero nos trajo los 3 platos de Mery, bien grandes, nos empezamos a reir pensando en qué habrían pensado los camareros de ella. Finalmente yo me comí el caballo y el pez espada, y ella casi todo de los otros dos platos. Ah, antes de eso ya nos habíamos metido entre pecho y espalda 2 primeros platos de pasta.

0 Response to "Sur de Italia 2014 (II): Catania y Siracusa"

Publicar un comentario