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Por tierras cátaras (I): Conociendo Albí

Para nuestro viaje de otoño de 2011, decidimos visitar las tierras del sur de Francia alrededor de Toulouse. Aprovechando el aeropuerto de la ciudad y los precios baratos de las compañías de bajo coste decidimos coger un avión, establecer nuestra base de operaciones en esa ciudad, alquilar un coche y hacer excursiones diarias a las ciudades y parajes pintorescos de los alrededores. Dicho y hecho, el primer día llegamos sin incidentes a Toulouse y cogimos un coche de alquiler. Nos tocó un Opel Corsa, así que la adaptación al vehículo no nos dio ningún problema. Como era muy tarde, simplemente llegamos al apartahotel y nos acostamos. La habitación era espaciosa, contaba con microondas y frigorífico, con lo que nuestra estancia era muy agradable. Para rematar, con la oferta que cogimos estaba incluido el acceso a la sala de spá del hotel, que aprovechamos algunos de los días en los que nos recogimos pronto.

En nuestro primer día completo el objetivo era visitar la zona de Albí (famosa principalmente por su catedral) y, si nos daba tiempo, ver Castres. Finalmente, desechamos la opción de Castres.

La primera parada fue en el pintoresco pueblo de Cordes-sur-Ciel. La entrada al pueblo ya anticipaba lo que nos ibamos a encontrar posteriormente. Grandes cuestas hasta adentrarnos en la ciudadela y llegar hasta la parte más alta.

A la entrada del pueblo se encontraba la iglesia de Santiago, con una bonita hornacina en su esquina


Continuamos hacia arriba y, al girar la cabeza, se nos presentaba la terrible cuesta que acabábamos de subir. No sería la última.


Una vez llegados a la parte más alta, las vistas recompensaban el esfuerzo realizado

No pudimos entrar en la iglesia, pero lo más bonito del pueblo eran los pequeños rincones, como esta plazoleta en la que se encontraba una antigua fuente


Una vez que bajamos hasta las afueras de Cordes, donde habíamos dejado el coche, partimos en dirección a Albí. La ciudad roja (debido al color de la mayoría de sus edificios, construidos en ladrillo debido a la escasez de piedra por toda la zona) nos recibió con una preciosa vista de su catedral.


Habíamos quedado con Chantal, una familiar de Mery que vive allí. Lo primero que hicimos fue visitar la catedral. Ciertamente impresiona, puesto que es altísima. Además, está construida en ladrillo, a excepción de la portada que, pese a ser totalmente distinta al resto, no parece un pegote adosado, sino que realza el conjunto. Uno de los momentos del viaje fue pegarnos a los muros exteriores y alzar la vista, contemplando la mole de la catedral.


Luego visitamos el interior, que tampoco desmerece. De hecho, cuenta con uno de los pocos "jubé" (el enrejado central con la tribuna superior desde la que se decía misa, empezando con la frase "Jubé Domine Benedicere", de donde toma el nombre) que quedan en Francia.

Al salir al exterior ya era casi de noche, así que aprovechamos para hacernos unas fotos por la zona de la catedral y para bajar hasta la orilla del río


Dando un paseo nos acercamos a otro de los puntos turísticos de Albí, la estatua del navegante y explorador La Perouse.


Puesto que estaba anocheciendo fuimos a cenar a un restaurante con Chantal y su hija y, a la salida, nos encontramos a un erizo en medio de la calle.


Tras esto nos despedimos de Chantal y su familia y nos volvimos a Toulouse para descansar y prepararnos para el día siguiente.

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