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Por tierras cátaras (II): La ciudadela medieval de Carcassonne

Hoy queremos visitar Carcassonne, famosa principalmente por su ciudadela medieval. Pero antes de llegar allí, aparcamos el coche en el centro de la ciudad, al lado del Canal du Midi (que forma junto al Canal del Garona una vía fluvial entre el Mediterráneo y el Atlántico, y que es el canal navegable más antiguo de Europa) y dimos un paseo a pie por la zona. Llegamos hasta la catedral de Saint-Michel y estuvimos un ratito en la plazoleta que hay al lado, dedicada a los caídos durante la Segunda Guerra Mundial.


Tras ello, nuevo paseo hacia la Ciudadela. Cruzamos el río por el Pont Neuf (a la vuelta cruzaríamos por el Pont Vieux, que es el que se ve a la derecha de la foto).


Por fin, llegamos hasta las murallas, desde donde podíamos admirar el enorme tamaño de la ciudadela, conocida como la Cité. Se trata de la mayor fortaleza de Europa.

Puesto que teníamos hambre, comimos en uno de los restaurantes que nos encontramos nada más entrar en la Cité. Mery pudo practicar su francés al pedir los platos y yo pude degustar el cassoulet, que es un guiso de judías blancas y carne, especialmente de perdiz. Estaba riquísimo, y además me vino muy bien porque lo cierto es que hacía frío y el plato estaba muy caliente.

Con el estómago lleno, recorrimos el interior de la Cité. Está fenomenalmente conservado y se respira un ambiente muy medieval. El punto estrella del recorrido es la Basílica de Saint-Nazaire, antigua catedral de Carcassonne.

También destaca el castillo Condal, aunque no llegamos a entrar en él. Pero por fuera es el típico castillo de cuento de hadas.

También recorrimos la parte interna de las murallas. La verdad es que era un paseo largo.


Casi cuando estábamos terminando la visita empezó a chispear. Decidimos que estábamos cansados y habíamos tenido bastante ración medieval, así que salimos de la Cité por la Puerta de Narbona. A la salida se encontraba esta representación de la dama Carcas, de la que dice la leyenda que proviene el nombre de la ciudad, puesto que durante el sitio que realizó Carlomagno, ella (que estaba al cargo de la ciudad) ideó una estratagema para engañarlo. La estratagema consistía en cebar al único cerdo que quedaba en la ciudad con el único saco de trigo que quedaba, y lanzárselo al ejército de Carlomagno. Éste interpretó que la ciudad tenía víveres de sobre, puesto que se permitían el lujo hasta de desperdiciar así la comida. La realidad era la contraria, la ciudad estaba cerca de la hambruna.


Recogimos el coche y nos fuimos de vuelta a Toulouse, donde nos esperaba nuestro hotel con su jacuzzi, que nos venía fenomenal para descansar del duro día.

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