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Por tierras cátaras (V): Viaje a Lourdes

Hoy el objetivo era visitar Lourdes. Aunque se encuentra bastante alejada hacia el oeste de Toulouse, pensamos que merecía la pena acercarnos para ver la ciudad de la aparición mariana.

En el camino hicimos una parada en el pueblo de Saint Bertrand de Comminges. Este pueblo, enclavado en una elevación, resulta muy pintoresco. Tiene un bonito ambiente de aldea por la que no pasan los tiempo, pero cuenta también con una impresionante catedral, la cual ningún viajero esperaría ver en una ubicación así.

A la hora a la que llegamos estaba a punto de terminar el horario matutino de visitas a la catedral. Por suerte, la encargada nos dejó entrar y nos cobró el precio reducido, ya que íbamos a tener poco tiempo para visitarla.

Lo primero que hicimos fue ver el patio. Me resultó curioso porque no estaba enteramente cerrado. Como se puede ver en la parte derecha de la foto, ese lateral da a un precioso balcón (puesto que, como he dicho antes, el pueblo está en una elevación).

Aquí podemos ver la entrada a la catedral. A parte de la inmensa altura de la torre, no parece que detrás se encuentre un edificio de semejante tamaño.

Ésta es la carretera de acceso a Saint Bertrand. Se puede apreciar la pendiente, que indica que para acceder al pueblo hay que subir a una colina de cierta entidad.

Aquí podemos ver la vista del pueblo desde las cercanías. La catedral lo domina todo.

Una vez dejado atrás Saint Bertrand, volvimos a coger rumbo a Lourdes. Estábamos bordeando los Pirineos, por lo que llegamos a ver una de las atracciones de esta cadena montañosa: el Pic du Midi de Bigorre. Hubiéramos querido subir hasta allí (solo se puede hacer mediante telesilla) pero no teníamos el suficiente tiempo.

Al llegar a Lourdes, lo primero que destaca es el santuario mariano. Es un edificio muy bello en su parte exterior, como si fuera un castillo de cuento de hadas.

En la parte interior resulta un poco chocante, puesto que es muy moderno (no hay que olvidarse de que la basílica fue construida en el siglo XIX). Pese a ello, a mi me gustó, creo que está decorada con buen gusto.

Todo ello contrasta, claro, con el sitio más espiritual de la zona: la gruta en la que supuestamente se apareció la Virgen. Este sitio sí que es muy sobrio, pero transmite la fuerza que le da su espiritualidad.

Tras alejarnos de la basílica, dimos una vuelta por la ciudad. Se nota que es muy nueva y que ha crecido aprovechando la fama de las apariciones, con todo el turismo que ha generado. Nos gustó la estética general, destacando edificios como el del ayuntamiento.

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