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De viaje por el Báltico (VII): Segundo día en Riga

Esta mañana hemos dejado el apartamento. Hemos ido a devolver las llaves a la oficina donde las recogimos y hemos dejado allí nuestras maletas.

Después nos hemos acercado hasta el Castillo de Riga. Este castillo se utiliza actualmente para dos fines: una parte es la residencia oficial del presidente de Letonia y la otra parte es la sede del Museo de Historia de Letonia y del Museo de Arte Extranjero.

El castillo está cerrado actualmente por obras, así que solo hemos podido ver el exterior.



Muy cerca del castillo encontramos el monumento dedicado a los niños que fueron deportados a Siberia entre los años 1941 y 1949, con motivo de la ocupación soviética de Letonia.


Cerca de esta zona está el Banco de Letonia.


 Volviendo a la plaza del castillo descubrimos en ella la iglesia católica de la Virgen de las Angustias.


Después de conocer esta zona de la ciudad, nos hemos dirigido hacia la plaza de la catedral. En ella, aparte de la catedral, podemos encontrar otros edificios que compiten en belleza, como el edificio de la Bolsa o el de Radio Letonia, entre otros.


Después de admirar tan bella plaza, hemos entrado en la catedral, que hoy sí que estaba abierta. Esta catedral es la iglesia medieval más grande de toda la zona báltica.

Lo primero que hemos visitado al entrar ha sido el claustro románico.


Después de visitar el claustro hemos entrado a la catedral para disfrutar del concierto de órgano que había en el templo. 

Tras disfrutar de una media hora de música, nos dispusimos a recorrer el interior de la catedral. Está poco vistosa, la verdad, ya que hay andamios por doquier, pues la están adecentando para el año que viene, en el que Riga será Capital Europea de la Cultura. 

Como se ha remodelado varias veces a lo largo de la historia, su estructura muestra diversos estilos, como el románico, el gótico y el barroco. Aparte de los andamios, la catedral no nos impresionó demasiado porque es muy sencilla. Lo más llamativo son las tumbas de los mercaderes, las vidrieras del siglo XIX, el púlpito de madera del siglo XVII y, por supuesto, el órgano. 


Al salir de la catedral ya era prácticamente la hora de comer, así que nos hemos acercado (una vez más) a la Plaza Līvu. Aunque ya habíamos visitado esta plaza en varias ocasiones, aún no habíamos descubierto todos sus rincones. En esta ocasión hemos visto una cabeza pagana de piedra. Se trata de una copia del ídolo de los siglos V-VI que encontró un agricultor en 1851, cuando araba sus tierras a unos 30 kilómetros de la ciudad.


Hemos decidido comer en el restaurante Lido Alus Sēta, un lugar agradable y acogedor, con camareras vestidas con trajes tradicionales, donde hemos podido comer tranquilamente. 


Después de comer hemos ido a recoger nuestras maletas y nos hemos dirigido a la zona de la estación de autobuses. Pero antes hemos parado en el supermercado para comprar algo de comida para la cena de hoy y el desayuno de mañana.

Como llevábamos tiempo de sobra, hemos ido a conocer el Mercado Central, fundado en 1930. En su época fue el mercado más grande y más moderno de Europa. Lo más curioso de este mercado es que ocupa cinco antiguos hangares para zepelines, abandonados por el ejército alemán durante la I Guerra Mundial y trasladados a su emplazamiento actual en 1920. Dentro del mercado encontramos gran cantidad de puestos de fruta, verdura y otros alimentos. En el exterior hay multitud de vendedores de artículos diversos.


Al salir del mercado nos hemos ido a la estación de autobuses, que está a pocos metros. Nuestro autobús salía a las 5 de la tarde. Aunque, en esta ocasión, nos toca ir en un minibús.



Esta vez hemos viajado un poco más incómodos: íbamos todos separados (porque solo cabe un asiento a cada lado del pasillo), no había baño, ni máquina de bebidas. Menos mal que el viaje no era demasiado largo.

A eso de las 9 de la tarde hemos llegado a Vilnius. El minibús nos ha dejado al lado del centro comercial Panorama. Julián ha entrado a sacar dinero mientras yo esperaba en la parada del autobús (que está en la misma puerta) con las maletas.

Una vez hemos conseguido tener algo de efectivo en la moneda local, hemos cogido el autobús. Cuando llevábamos unos minutos de trayecto, nos ha dado la impresión de que más que acercarnos al centro, nos estábamos alejando de él. Y, efectivamente, habíamos cogido el autobús correcto, pero en el sentido contrario. Así que nos hemos bajado en Laisvės prospektas, hemos cruzado la carretera y hemos cogido el mismo autobús, pero ahora en el sentido correcto. Esta vez nos hemos bajado en Zalgirio Stadionas, y desde allí hemos ido caminando un buen rato hasta el centro.




Después de callejear inútilmente para intentar encontrar nuestro apartamento (Skapo Apartments), hemos decidido que Julián se fuese a buscarlo mientras yo me quedaba con las maletas en una de las calles más concurridas. Después de un rato de búsqueda, por fin ha venido a por mí y hemos podido llegar a nuestro lugar de descanso. Entre que está bastante escondido, que no hay ningún cartel llamativo que lo anuncie y que era de noche, la verdad es que el sitio es difícil de encontrar. Pero lo importante es que ya estamos aquí.

Hemos cenado alguna de las cosas que traíamos de Riga y ahora nos vamos a dormir. Mañana tendremos tiempo de conocer la ciudad.

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