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De viaje por el Báltico (II): Primer día en San Petersburgo

Nuestro segundo día de viaje ha empezado en el ferry. Después de arreglarnos y preparar las maletas para salir, hemos oído una sirena y una voz que anunciaba por megafonía que estábamos llegando a nuestro destino: San Petersburgo. 

Nada más bajar del barco hemos pasado el control de pasaportes y hemos cambiado algo de dinero. La primera impresión que me he llevado de los rusos es que son gente desconfiada y que no les gustan los turistas. Espero que mi percepción cambie a lo largo del día.


Al salir del puerto Morskoy Vozkal hemos podido comprobar que esta ciudad poco o nada tiene que ver con Helsinki. El ambiente es totalmente distinto, y los edificios también. La mayoría son enormes bloques de cemento, bastante descuidados. 

Hemos buscado la parada donde teníamos que coger el autobús que nos llevaría cerca del hotel. Está en la calle Sredniy prospekt, y allí hemos cogido el autobús K62 que nos ha dejado muy cerca del teatro principal de la ciudad. Eso sí, hemos tardado casi una hora.
Imagen de Google Maps


La sensación al llegar a la parte más céntrica ya ha sido distinta. Seguíamos viendo enormes edificios de estilo soviético, pero ahora mezclados con preciosos monumentos. Es, sin duda, una zona mucho más agradable. 

Nada más dejar las maletas en el hotel, hemos salido a desayunar (hemos podido comprobar que a los rusos les extraña muchísimo que podamos tomar la leche fría o del tiempo) y hemos empezado con el itinerario turístico. Nuestro punto de partida ha sido muy cerca de donde nos había dejado el autobús unos minutos antes: en la Plaza de los teatros. En ella se encuentran el Conservatorio, el monumento al compositor Rimsky-Korsakov y el edificio que más llama la atención: el Teatro Mariinsky, que está a pocos metros de nuestro hotel. Este teatro, posiblemente el más importante de la ciudad, es la sede de la Ópera y del Ballet Imperial. Es también uno de los teatros más antiguos y más importantes de Rusia. 


Después hemos pasado un momento por el edificio Pochtamt, es decir, la oficina central de Correos. Es un enorme edificio con un precioso patio acristalado. Pero lo más llamativo es, sin duda, el "kilómetro cero", desde el que se medían las distancias en el imperio ruso. 


Al salir nos hemos dirigido a la zona más monumental, no sin antes toparnos con un buen número de edificios típicos soviéticos que nos han recordado dónde nos encontramos. 


Tras un agradable paseo hemos llegado a la catedral de San Isaac, un edificio verdaderamente imponente (es una lástima que la fachada esté en obras y no se pueda apreciar en todo su esplendor). 


Nada más entrar, hemos subido la larguísima escalera de caracol para llegar a la cúpula, desde donde se puede disfrutar de unas magníficas vistas de toda la ciudad. 


Bajando otra vez por las escaleras, hemos llegado a la planta baja y hemos visitado el interior de la catedral. Es un edificio precioso, tanto por dentro como por fuera. 


Al salir de la catedral, nos acercamos a la Plaza de los Decembristas. En ella nos llama la atención el edificio del Senado. 


Pero, sin duda, el monumento más conocido de esta plaza es el Jinete de Bronce, que es una estatua ecuestre del zar Pedro I el Grande. 


Nuestra siguiente parada ha sido la Plaza del Palacio, donde se encuentra el Palacio de Invierno, edificio principal del Museo del Hermitage y antigua residencia oficial de los zares. 


Justo en el lado opuesto de la plaza se encuentra el edificio del Estado Mayor. Como el zar Alejandro I había imaginado esta plaza como un enorme monumento a la victoria rusa sobre Napoleón Bonaparte, este edificio se construyó con forma de arco del triunfo, siendo coronado con una cuadriga romana. 


En el centro de esta enorme plaza se erige la Columna de Alejandro, llamada así en honor a Alejandro I y que, al igual que el edificio del Estado Mayor, también conmemora la victoria rusa sobre los franceses. 


Para no perder demasiado tiempo en comer, nos hemos acercado al malecón del río Neva para picar algo en uno de los puestecillos de comida rápida. Ya con el estómago lleno, hemos continuado con nuestras visitas. 

Cruzando el Puente del Palacio, llegamos a la isla Vasílievsky; es una de las partes más antiguas de la ciudad, conocida como "La Flecha". Una de las imágenes más conocidas de esta parte de la ciudad es la de las Columnas Rostrales. Se trata de un monumento que recuerda la gloria marítima rusa.  Su base está adornada por figuras de piedra que simbolizan los ríos rusos: el Volga, el Dniéper, el Neva y el Vóljov. En el fuste vemos proas de buques y anclas, y en el capitel hay unas urnas que servían de faro para los barcos. 


Después de admirar las columnas, hemos caminado hasta el puente Tuchkov, que hemos cruzado. Al otro lado del puente, hemos visitado la Catedral del Santo Príncipe Vladimir, dedicada a la memoria del Santo Príncipe Vladimir de Kiev, a quien se considera el primer monarca cristiano de Rusia. 


Al salir de la catedral nos hemos encaminado a la Fortaleza de San Pedro y San Pablo, donde el emperador ruso Pedro I el Grande fundó la ciudad de San Petersburgo en mayo del 1703.

Dentro de esta fortaleza se pueden visitar varios museos y monumentos, aunque el más importante de ellos es, sin duda,  la Catedral de San Pedro y San Pablo.
                                                       


Pese a la sencillez de su exterior, se trata de una catedral muy ornamentada en su parte interior. En este templo descansan los restos de la mayoría de los emperadores y emperatrices desde Pedro I el Grande hasta Nicolás II y su familia.

Como curiosidad, nos enteramos de que en las iglesias ortodoxas tradicionales no hay bancos porque, tradicionalmente, los ortodoxos consideraban una falta de respeto el sentarse durante los sermones. Ni siquiera el zar lo tenía permitido, por eso ni siquiera bajo el palio imperial hay asientos.


Tras dar una vuelta por la fortaleza, salimos de ella para seguir nuestro recorrido del día. Lo que más nos llama la atención al salir es la cantidad de gente que hay tomando el sol en los alrededores.


Otra cosa que nos parece curiosa es ver los carteles de marcas comerciales muy conocidas escritos en cirílico.


El paseo por el malecón Petrovski es muy agradable, pero hoy ha hecho muchísimo calor. Por eso hemos parado un momento a refrescarnos metiendo los pies en el río. Pensábamos que el agua iba a estar bastante fría, pero la verdad es que no, que estaba a una temperatura ideal. 


En dicho malecón se encuentran los leones conocidos como Shi-Tsa. Se trata de un regalo de la ciudad china de Tilín al gobernador Grodekov, quien se los cedió a la ciudad de San Petersburgo. Según la tradición china, representan a un macho y una hembra. Ella protege a su cría; él porta un globo, símbolo budista de la sabiduría. 


Un poco más frescos y descansados, nos encaminamos al acorazado Aurora, que se considera el recuerdo más famoso de la Revolución socialista por su participación en la guerra ruso-japonesa. Desde hace más de 50 años el buque permanece anclado en el malecón Petrogradski y es utilizado como museo.


Volviendo sobre nuestros pasos cruzamos el Neva y nos dirigimos a la iglesia de la Resurrección de Cristo, conocida como iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada. El nombre popular se debe a que fue construida en el lugar donde falleció el emperador Alejandro II, víctima de un atentado terrorista por parte de la organización "La Voluntad del Pueblo". Actualmente la iglesia está cerrada al culto y funciona como museo.


Es una iglesia preciosa, que recuerda bastante a la catedral de San Basilio de Moscú. Desafortunadamente, cuando hemos llegado ya estaba cerrada y no la hemos podido visitar, pero somos conscientes de que no nos vamos a ir de la ciudad sin visitarla, así que mañana volveremos. Dicen que merece mucho la pena disfrutar de su interior, 

Pero no hay mal que por bien no venga, Ya que no hemos podido ver la iglesia, hemos aprovechado ese ratito libre para disfrutar de un refrigerio en una terracita con unas vistas inmejorables.


La temperatura era ideal, y las vistas, inmejorables. Así que nos ha costado bastante volver a arrancar. Pero queríamos seguir disfrutando de San Petersburgo, así que hemos entrado en el Jardín Mijáilovski, que está al lado de la iglesia. 

En este jardín se encuentra el Museo de Arte Ruso, instalado en el antiguo palacio Mijáilovski.


Otro atractivo de San Petersburgo son los puentes. Uno de los más famosos es el  puente Panteleimónovsky. Fue el primer puente ruso de cadenas, y tiene una decoración del estilo imperial, con águilas bicéfalas doradas sobre coronas de laurel.


Otra de las atracciones turísticas es el Chízhik-Pízhik. Se trata de una pequeña escultura de un pájaro. El nombre proviene de una antigua canción sobre los estudiantes de la cercana Escuela Imperial de Derecho. Siempre hay gente en el malecón lanzando monedas al pajarito e intentando que no caigan al agua. Se dice que el que lo consiga tendrá buena suerte. A pesar de que sólo lleva en San Petersburgo unos 20 años, este curioso monumento es uno de los más queridos por lugareños y turistas. 


Tras un agradable paseo admirando algunos de los puentes de la ciudad, volvemos a la zona de la iglesia del Salvador para cenar en un restaurante que está al lado de la iglesia y que hemos visto la primera vez que hemos pasado por la zona. Se trata del restaurante Park Dzhuzeppe (Парк Джузеппе en ruso), especializado en comida italiana. Es un lugar muy acogedor y la comida estaba muy buena, pero lo que más nos ha gustado del restaurante, y el motivo por el que lo hemos elegido, es la cercanía a la iglesia y las bonitas vistas que ofrece, tanto de la iglesia como del Jardín Mijáilovski.


A la salida del restaurante volvemos a rodear la iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada. Ya estaba cayendo el sol y, con esa luz, también se ve preciosa. Decidimos volver al hotel paseando por la orilla del canal Griboyedov. Nos llama la atención el edificio Zinger. Se trata de un bonito edificio modernista que se construyó para la conocida empresa alemana de máquinas de coser Singer. En la actualidad alberga la Casa del Libro. 


Cruzando Nevsky Prospekt nos encontramos con la catedral de Kazán, que visitaremos mañana. Y, un poco más adelante, el Puente del Banco. Es el puente más estrecho de la ciudad (no llega a los 2 metros de ancho) y, por supuesto, peatonal.

Está situado en frente del antiguo banco, de donde procede su nombre.  Este puente es famoso por las 4 esculturas de grifones con alas doradas. 


Prácticamente enfrente de la puerta de nuestro hotel está el Puente de Leones. Éste es un poco más ancho que el anterior (casi 2,5 metros) y está adornado con 4 leones blancos.


Tras un descanso reparador en nuestra habitación, a eso de las 00:30 hemos salido de nuevo para poder disfrutar de una de las mejores experiencias de San Petersburgo: ver los puentes levadizos. Nos acercamos a la orilla del Neva y nos situamos junto al puente Leytenanta Shmidta, que es el que nos pilla más cerca del hotel. Durante el paseo hasta el puente nos llama la atención que, para ser agosto y estar en una zona bastante céntrica, las calles están desiertas y muy oscuras.

El espectáculo de ver todos los puentes iluminados y levantados es precioso. Además en esta zona sí que hay muy buen ambiente, con un montón de gente admirando los distintos puentes levadizos. 


Y finalmente hemos vuelto al hotel, porque tenemos que reponer fuerzas para mañana. Es nuestro último día en la ciudad y tenemos muchas cosas que ver.

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