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Malta (I): Llegada a La Valeta

En este mes de marzo vamos a hacer otra escapadita de un fin de semana largo (jueves a lunes) con destino Malta, la isla del Mediterráneo que se encuentra al sur de Sicilia. Decidimos establecer nuestro centro de operaciones en La Valeta, la capital del país. Los dos primeros días aprovecharemos para conocer la ciudad y sus alrededores, alquilando un coche los dos últimos días para conocer el resto de la isla e incluso pasar a Gozo, la segunda isla más grande del archipiélago.

Tras un vuelo sin complicaciones desde Madrid y un taxi desde el aeropuerto hasta el centro de La Valeta (cortesía de Booking.com) nos instalamos y salimos a dar un primer paseo por la ciudad a la hora de comer. Nuestra primera parada es en el restaurante Panorama, que hace honor a su nombre, puesto que desde la terraza en la que comemos tenemos unas muy bonitas vistas de las "Tres Ciudades" o Cottonera, términos con los que se conoce a la conjunción de Birgu, Senglea y Bormla, las 3 ciudades al sur de la bahía en la que se encuentra La Valeta. Como primera imagen de la zona, no está nada mal.



Para comer pedimos un primero cada uno (carpaccio de pez espada en mi caso, calamares fritos en el caso de Mery) y como plato principal pollo y pescado del día. La verdad es que estuvo todo muy bueno, aunque es cierto que la cuenta fue bastante elevada.



Tras alimentar el estómago, comenzamos la tarde dando un paseo hasta los jardines Upper Barraka Gardens. Efectivamente, hay unos Lower, pero esos ya los veríamos más adelante. De momento los Upper son un sitio bastante concurrido, con un muy buen ambiente y con unas vistas privilegiadas.



Desde lo más alto del mirador se ve la batería de cañones que dos veces al día son disparados (a las 12 y a las 16) como en los viejos tiempos (Malta, por su situación privilegiada controlando el Mediterráneo, ha sido objetivo de todos los grandes imperios de la zona, por lo que los ataques y asedios a la isla han sido habituales durante la Historia).



Tras salir de los jardines, nos vamos a la vecina Castille Place. Esta plaza enmarcada por edificios importantes (en la foto, el Castille Palace, residencia del Presidente de Malta) es el auténtico punto de entrada a La Valeta. Por la situación de la ciudad, en un saliente de tierra, solo hay una zona por la que se puede entrar a la misma, y la calle principal de entrada cruza esta plaza.



Desde aquí, las vistas son magníficas, con la Fuente del Tritón en primer plano y la vecina localidad de Floriana al fondo.




Seguimos nuestro paseo hasta la Plaza del Teatro Real. El Teatro se encuentra en ruinas debido a los bombardeos de la II Guerra Mundial, pero aún se siguen celebrando eventos y es un sitio bastante bonito.



Tras acercarnos a la Fuente del Tritón, desandamos nuestros pasos para internarnos en La Valeta y llegar hasta la Concatedral de San Juan. O, en Maltés, San Gwann. La verdad es que nuestra teoría es que el maltés es una mezcla de castellano e italiano con caracteres extraños (por ejemplo, con jotas en lugar de íes). Eso sí, a la hora de escucharlo es imposible entender nada.



Puesto que la concatedral está cerrada a estas horas, decidimos visitarla otro día y continuamos nuestro paseo cruzando La Valeta de lado a lado. La verdad es que se hace rápido, en unos 15 - 20 minutos se cruza sin forzar el paso. Llegamos pues al Fuerte San Telmo. La fortaleza que defendía el extremo de La Valeta más expuesto al mar. Tampoco está abierta a estas horas, así que continuamos andando tras ver su exterior.



Llegamos finalmente a los Lower Barraka Gardens. Son más pequeños que su hermano Upper, pero cuentan en su interior con un templo neoclásico en homenaje a Alexander Ball, que fue el primer gobernador británico de Malta. Hay mucha tranquilidad en este parque, invita a sentarse en un banco y relajarse un rato, que es justo lo que hacemos.



Por supuesto, desde aquí también se puede contemplar la Cottonera.



En las cercanías del jardín se encuentra la campana en homenaje a los caídos en la II Guerra Mundial.



Ya empieza a atardecer, así que decidimos ponernos en marcha para volver a nuestro hotel a descansar antes de salir a cenar.



Desde esta zona se puede observar la ubicación de la ciudad, construida con claro espíritu defensivo. Los grandes muros debían suportar posibles asedios durante la Edad Media, y esto provoca ahora que la ciudad tenga un acceso complicado y no sea fácil circular con vehículos por su interior.



Salimos a cenar a las 9 y algo, y nos encontramos con que es una hora demasiado tardía para varios de los restaurantes de la ciudad, que nos dicen que ya está la cocina cerrada. Por suerte, conseguimos encontrar mesa en el King's Own Band Club, donde después de unos aperitivos a cuenta de la casa, nos sirven macarrones y ravioli. De postre ordenamos unos cannoli de ricotta. En general está todo muy rico.


Volvemos al hotel con ganas de descansar. ¡Esto ha sido solo el prólogo de este viaje para conocer Malta!

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