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Malta (II): Concatedral y las 3 ciudades

Arrancamos el segundo día con fuerza. Yo aprovecho para salir a correr a primera hora, dirigiéndome hacia Floriana. La ciudad no tiene interés artístico (al menos lo que yo recorrí) a excepción de la iglesia de San Publio (el primer obispo de Malta), a la que me desvié y cuyo exterior sí es muy bonito.

Tras desayunar en el hotel, nuestra primera visita es a la Concatedral de San Juan (el rango de Catedral en la archidiócesis de Malta lo tiene la catedral de Mdina). Se combinan en esta concatedral un exterior muy sobrio y poco interesante con un interior lujoso.



Cada una de las capillas del templo le correspondía a una de las "lenguas" o secciones de la Orden de los Caballeros Hospitalarios (por el hospital en Jerusalen que fue su origen) o Caballeros de Malta. Por supuesto, la riqueza y el lujo que se encuentra en cada una de estas capillas es difícilmente igualado en otras catedrales de la cristiandad. Además, en el suelo se encuentran numerosas tumbas de los Grandes Maestres de la Orden. Por último, en el oratorio se encuentra una de las obras maestras de Caravaggio (la decapitación de San Juan Bautista), quien fue miembro de la Orden y vivió en Malta, aunque acabó siendo desterrado.



Tras salir de la Concatedral, regresamos a las pintorescas calles de La Valeta, con esos famosos balcones coloridos. Aquí se respira la coqueta belleza de esta pequeña capital.


Vamos al puerto y cogemos el ferry municipal que nos transporta hasta Senglea. Es una de las conocidas como "tres ciudades", los 3 pequeños municipios que se encuentran en el extremo sur de la bahía que las separa de La Valeta. Senglea, llamada Isla en Maltés, la visitaríamos luego, puesto que nada más llegar nos dirigimos a Bormla.



En Bormla (otra de las Tres Ciudades, la que está más metida en tierra) únicamente visitamos el exterior de la iglesia de la inmaculada concepción.



Y nos encaminamos hacia Birgu (conocida en italiano como Vittoriosa). Esta ciudad fue la capital de la isla desde la llegada de los Caballeros Hospitalarios hasta que tras el asedio que sufrió la isla a manos de los turcos en 1565 se decidió construir la ciudad de La Valeta y trasladar allí la capital. Entramos a Birgu por las antiguas murallas.



En la actualidad Birgu es una tranquila ciudad, ideal para pasear sin prisa y perderse en sus callejuelas antiguas y llenas de colorido.




La que sí echamos en falta allí fue mayor variedad de restaurantes, puesto que solo había oferta de restauración en la plaza principal (Misrah ir-Rebha). Nos decantamos por una terraza sin muchas pretensiones (Il-Girbi), donde degustamos una pizza 4 formaggi y macaroni maltese.



Después de comer continuamos nuestro paseo por las calles llenas de historia y en un buen estado de conservación. Entramos en la Casa Normanda, que se cree que es de las más antiguas de Birgu.



El interior está restaurado por el dueño.




Seguimos el paseo por Birgu, por las calles más pintorescas.



Al salir de la ciudad, en las murallas se encontraban estos amenazadores cañones.




Desde allí hay unas bonitas vistas.




Regresamos por fin a Senglea, donde habíamos desembarcado por la mañana. Bordeando el paseo marítimo me ha entrado antojo de tomarme un Aperol Spritz en una terraza.



Varadas en tierra encontramos estas embarcaciones que le daban un toque muy bonito a la zona.




Nos alejamos del mar para visitar la Iglesia de San Julián.



La siguiente iglesia en la que entramos era la de St. Phillip. Tengo que reconocer que estas iglesias que vimos en Senglea no eran preciosas, pero el cansancio ya va haciendo mella en nosotros, por lo que ir parando de vez en cuando en el recorrido nos viene bien.



Finalmente llegamos al extremo de Senglea, el jardín de la Guardiola.




Y la Guardiola no es otra que este torreón desde el que se divisan unas vistas estupendas de La Valeta, que está en frente.








De regreso hacia el lugar donde se coge el ferry de vuelta, nos ha dado tiempo a entrar en la Basílica de Senglea. Esta iglesia me parece la más bonita de toda la pequeña ciudad.




Cada rincón puede guardar una sorpresa, como esta barca varada en tierra.



Volvemos a La Valeta en ferry, y subimos por el ascensor hasta los Upper Barraka Gardens. La subida es gratuita presentando el billete del ferry. Desde allí arriba le damos un último adiós a la Cottonera de noche.



Volvemos al hotel a descansar y salimos a cenar en el restaurante Taste. Comemos local octopus de entrante, y como platos principales Mery elige risotto carbonara y yo me quedo con el local pork belly & cheek croquette, aunque son platos para compartir. Especialmente bueno está el pork belly, que se deshace en la boca.



Ha sido un día duro, de andar mucho, y mañana hay que levantarse pronto para ir al aeropuerto y recoger allí el coche de alquiler, así que nos acostamos con bastante cansancio.

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