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Malta (III): Gozo

Este día tenemos previsto visitar la isla de Gozo, al norte del archipiélago de Malta. Así pues, nos levantamos pronto, vamos a la estación de autobuses que está a la entrada de La Valeta y allí cogemos un autobús hasta el aeropuerto.

Tenemos reservado un coche de alquiler (Hyundai I30), que recogemos y, tras una aclimatación a conducir por la izquierda que dura muy poco (menos aún que la primera vez que lo hice, en Irlanda), nos ponemos en marcha hacia el norte, donde en Cirkewwa cogemos el ferry a Gozo. La verdad es que tenemos suerte con el horario, puesto que somos de los últimos coches en embarcar. Además, lo bueno es que el pago no se hace hasta la vuelta desde Gozo a Malta, con lo que no hay que esperar nada de tiempo.

Al desembarcar en Gozo, subimos un pequeño promontorio hasta la Iglesia de la Señora de Lourdes en Mgarr. Está cerrada, pero por fuera es bonita.



Las distancias en Gozo son muy pequeñas, así que rápidamente llegamos a la torre Ta'Kenuna. La torre en sí no es muy impresionante, pero lo mejor son las vistas que se divisan desde el jardín botánico que la rodea. Se puede ver una inmensa extensión de la isla. Además, el jardín es un sitio muy relajante, aunque seguramente en un día de calor la sensación sea aún mejor. Lo cierto es que, aunque no hace frío, sí que refresca.




Nuestra siguiente parada se encuentra al norte de la isla, en la playa de Ir-Ramla. En verano seguro que está abarrotada, pero ahora en marzo la tengo para mi solo (Mery prefiere quedarse en el coche, puesto que no se encuentra del todo bien).



Desde allí vamos hacia el oeste, donde están las salinas de Zebbug. Son como paneles en la roca, donde se va almacenando la sal para su posterior recogida. Las vistas merecen mucho la pena.



En Wied Il-Ghasri se encuentra una lengua de mar que se mete tierra adentro como si fuera un río, y deja un paisaje precioso. De los sitios más bonitos de Gozo, aunque hay que dar una caminata desde la carretera, donde dejamos el coche. En esta ocasión también voy yo solo, con lo que Mery se ahorra los escalones que hay que bajar (y posteriormente subir).



Nuestro siguiente destino es la Basílica de Ta'Pinu, aunque es cierto que en nuestro desconocimiento nos perdemos, llegamos a la iglesia parroquial de Ghasri y pensamos que era ésa (si bien es cierto que nos sorprendió que estuviera cerrada al público). Tras darnos cuenta de nuestro error, nos dirigimos a Ta'Pinu. Y la verdad es que no tiene nada que ver. La Basílica está en medio de la nada, se ve desde muy lejos su figura recortada contra el horizonte, y posiblemente esa imagen sea lo más bonito que tiene, aunque cuando te acercas tampoco desmerece. Aunque Mery no comparte mi opinión, a mi me dio una semejanza a la Basílica de Lourdes, por esa gran explanada que hay que recorrer hasta llegar a ella.

En cuanto al interior, aunque al principio se ve muy básica por no tener apenas policromía y estar toda en blanco, al rato se empieza a apreciar la belleza de sus detalles. De primeras la juzgas simple, pero luego te das cuenta de que no es así. En cualquier caso, Ta'Pinu es otra visita obligada en Gozo.


Nuestro camino continúa hasta la zona más al oeste de Gozo, donde están las ruinas de la Ventana Azul. Antiguamente había en estos acantilados una roca que formaba un arco respecto a la tierra firme, pero la erosión del Mediterráneo acabó por derribarla, con lo que ya ha desaparecido. En cualquier caso, la curiosa superficie de la zona merece la pena. El suelo parece estar formado por una sucesión infinita de pequeños cráteres. Eso sí, hace mucho viento cuando estamos nosotros (no diré que al nivel del viento en lo alto de la Acrópolis, pero sí se hace notar).



Ya se va haciendo tarde, así que para reponer fuerzas decidimos comer en el restaurante que hay en la zona (el Azure Window). Tiene pinta de ser totalmente para turistas, pero realmente necesitamos coger fuerzas, así que aprovechamos los ravioli (para Mery) y la ensalada de pescado ahumado, con salmón, atún y pez espada (para mi).


Asumimos que ya no nos va a dar tiempo para ir a la isla de Comino, así que dedicamos lo que nos queda de tarde a visitar la Ciudadela en Victoria. Dejamos el coche en un parking a la entrada de la Ciudadela, y lo primero que vemos es la plaza de la Catedral. Tenemos suerte de que nos dejan echar un vistazo rápido al interior de la Catedral de la Asunciómn, porque justo la están cerrando al público. Tras eso, nos dedicamos a dar vueltas por las callejuelas, que se han quedado ancladas hace varios siglos, en la época en la que los piratas asediaban las costas de Gozo.



Empieza a atardecer, así que intentamos hacer la última visita del día a los acantilados de Ta'Cenc, al sur de la isla de Gozo. Aunque el cielo no permite ver la puesta de sol, sí que se ven unos bonitos paisajes. Lo malo es que por mala orientación me toca dar un paseo más largo de lo necesario hasta llegar a los acantilados, y el camino lleno de piedras no es lo que mejor casa con tener prisa y llevar zapatillas de suela fina. En cualquier caso, también es una zona que merece la pena. Ah, en nuestra búsqueda de los acantilados tenemos un "encuentro" con un conductor local, que se interpone en nuestro camino, no nos deja adelantarle y nos lleva a velocidad de tortuga durante varios kilómetros solamente por el gusto de fastidiarnos. ¡Muy simpático!



Ya anochece, así que volvemos a Mgarr para coger el ferry de regreso a Malta. La iglesia de la Señora de Lourdes se ve iluminada desde la carretera, antes de que nos metamos en el puerto. Esta vez sí que nos toca pagar, jeje. Durante el viaje de vuelta nos llueve.














Llegamos a La Valeta y, tras aparcar el coche en las cercanías del embarcadero a las 3 ciudades, cogemos el ascensor a los Upper Barraka Gardens y regresamos al hotel. Tras descansar un poco, salimos a cenar a la misma calle de ayer, pero esta vez elegimos la pizzería San Paolo Naufrago. No queremos cenar en la terraza, por si hace demasiado frío, así que nos recomiendan cenar en la planta de abajo del restaurante. Y resulta que la tenemos para nosotros solos. Compartimos una pizza Maltija y otra de carne, están muy ricas.


Así pues, ha sido un día muy intenso (cambiar de isla siempre cansa) pero muy interesante. Gozo creo que merece mucho la pena, tiene un montón de rincones bonitos, así que ha sido un acierto haber visitado la isla norteña.

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