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Córdoba (II): Segundo paseo por la ciudad

Nuestro último día del viaje lo arrancamos despidiéndonos de Casa Longa, el sitio en el que hemos estado hospedados estas dos últimas noches. Su patio ha ganado en años anteriores el concurso de patios cordobeses, así que bien merece la pena echarle un último vistazo.



Dejamos las maletas en el coche y lo movemos en previsión de que la cabalgata de reyes de esta tarde imposibilite salir de la zona centro en la que nos encontramos. Tras eso, regresamos atravesando el Puente Romano, en cuyo inicio se encuentra la Torre de la Calahorra.



Cruzamos la Puerta del Puente. De orígenes romanos, la construcción actual data del siglo XVI. El conjunto de Puente, Torre y Puerta está declarado Bien de Interés Cultural.

La primera visita del día es a la capilla mudéjar de San Bartolomé. Es sorprendente entrar en la capilla y encontrarse la maravilla que se puede ver en este reducido espacio. En un gran estado de conservación se puede ver una capilla cristiana pero con toda la ornamentación árabe. Visita imprescindible en Córdoba. Aunque es de unas dimensiones muy reducidas, nos quedamos un buen rato dentro admirando cada detalle.



Nuestra siguiente parada es el Zoco de Córdoba. Allí nos damos un paseo por sus callejuelas estrechas y hacemos unas fotos en el agradable patio de su entrada. Por supuesto, las fuentes no pueden faltar. Cada dos por tres te encuentras una fuente en la ciudad.




Ya que estamos en el barrio judío, visitamos la Sinagoga. Es una de las pocas que quedan en España de la época anterior a la expulsión de los judíos por los reyes católicos.



Callejeando por el centro, nos dirigimos al Alcázar de los Reyes Cristianos. Mientras estoy en la cola de entrada, Mery se acerca a las Caballerizas Reales, pero hoy están cerradas.


El Alcázar es un edificio que pasó desde la época romana a la cristiana, incluyendo entre medias una etapa árabe. Sirvió como edificio defensivo y como centro de poder (por ejemplo, fue la residencia del emir árabe hasta la construcción de Medina Azahara). Lo más interesante del edificio son los torreones, desde los que hay una vista estupenda.



También destacan, por supuesto, los jardines moriscos, donde la combinación del agua, las flores y la agradable temperatura crean un ambiente ideal para relajarse y disfrutar.



Volvemos a los alrededores de la catedral para comer. Tras dar una rápida ojeada, nos decantamos por El Abanico, con una ubicación envidiable (nuestra ventana daba al callejón de las Flores). Comemos salmorejo, flamenquín y croquetas.



Con el estómago lleno aprovechamos para ver el callejón de las Flores y la plazuela a la que da. Habitualmente está abarrotada de turistas, pero a esta hora deben de estar descansando, porque tenemos suerte y está completamente desierta, solo para nosotros.




Nuestra próxima parada es la Mezquita Catedral. Un edificio tan singular merece una visita reposada, así que nos tomamos toda la tarde para ello.

Empezando por la puerta del Perdón, la principal para acceder al recinto. Como en muchos otros edificios religiosos de la época, recibía su nombre por ser la puerta a través de la cual los pecadores entraban en la iglesia para ser perdonados de sus pecados. La mezcla de elementos árabes con los acabados superiores cristianos la hace imponente.



Posteriormente entramos en el patio de los Naranjos, desde donde se tienen las mejores vistas del campanario.



Una vez dentro, la primera imagen que sorprende al visitante es la contemplación del bosque de columnas que conforman los arcos dobles de los que está llena la mezquita. El característico color doble (rojo y gris) lo confieren los materiales utilizados (ladrillo y granito). Por último, resaltar que los arcos dobles tienen la misma estructura en casi toda la mezquita (al menos, en la parte original): arco de herradura abajo, arco de medio punto arriba.



Y cuando hablamos de parte original, hay que resaltar que la mezquita, construida por Abederramán I, tuvo 3 grandes ampliaciones, en la época de Abderramán II, Alhakén II y Almanzor. No se puede olvidar que su construcción es de la época inicial de la dominación musulmana de la Península (siglo VIII), por lo que en comparación con la otra joya musulmana andaluza (los palacios nazaríes de la Alhambra) su estilo es mucho más sencillo. Pero eso no le quita ni un ápice de su belleza.

En la parte de la ampliación de Alhakén II es donde se nota más distanciamiento con el estilo original, apareciendo los arcos polilobulados.



En esta parte se encuentra también el Mihrab. No se limita a una simple hornacina, sino que es una pequeña estancia cuya puerta está fantásticamente ornamentada. La cúpula que hay en el espacio previo a la puerta también es digna de admiración.



En lo que respecta a la parte cristiana de la catedral, posiblemente lo que más me gusta es la Capilla Real, de estilo mudéjar. Es una lástima que solo se pueda contemplar desde el exterior y a través de los arcos por los que se abre al resto del recinto.



La sillería del coro también me parece particularmente bonita.



La parte del altar es un recinto más común, similar a lo que nos podemos encontrar en otras catedrales cristianas. Eso sí, los arcos árabes a los lados resultan curiosos.



Tras salir de la catedral vamos a la calleja del Pañuelo. Mery quería hacer la demostración del nombre, aunque como comenté ayer, el pañuelo del que la calleja toma su denominación popular es el de caballero, más pequeño. Por cierto, el nombre oficial de la calle es Pedro Jiménez, en honor del supuesto soldado que trajo la uva pedro ximénez a España.



Dando un agradable paseo llegamos al Museo Julio Romero de Torres, ubicado en el antiguo Hospital de la Caridad. Está cerrado, así que nos limitamos a ver su exterior.



Llegamos hasta la Plaza de la Corredera. Es la única plaza mayor cuadrangular de Andalucía. Pese a ello, nos resulta demasiado vacía. Me da la sensación de ser como el patio de un colegio, perfilada por muros sin personalidad.



La siguiente parada es la calle Capitulares, donde se encuentra el Templo Romano de Córdoba. descubierto en el año 1950, aún está pendiente que pueda ser disfrutado a nivel turístico mediante las visitas al mismo. Así pues, solo lo vemos de pasada.



En los alrededores se encuentra la Iglesia de San Pablo. A esta hora se encuentra cerrada, por lo que solo podemos acceder a su patio delantero, cuya tranquilidad contrasta con el bullicio que hay en la calle, a apenas unos metros.



Regresando ya por la calle Alfonso XIII, la siguiente parada es la plaza de las Capuchinas, donde está el convento homónimo.



Y la siguiente, la plaza de las Tendillas. Hay mucha animación en la zona, puesto que está a punto de pasar por el centro de Córdoba la cabalgata de los Reyes Magos, y muchas familias se desplazan con sus niños.



Estábamos acercándonos al final del día, así que no se nos ocurre mejor manera de terminar la visita cultural que en la estatua de Averroes en los exteriores de la muralla. Averroes fue uno de los sabios más brillantes de la Edad Media, filósofo y médico, y junto con Maimónides el orgullo de la ciudad de Córdoba en cuanto a saber y conocimiento.



Y rematamos el día comiendo un pincho de tortilla en el famoso bar Santos, al lado de la Mezquita.




Ya solo nos queda volver al coche y emprender el camino hasta Madrid, para terminar este viaje de comienzo de 2020.

Como resumen, tengo que decir que me es imposible responder a la pregunta de si me gusta más Granada o Córdoba. Con anterioridad al viaje hubiera dicho que Granada, pero pese a que la ciudad nazarí me ha seguido encantando, he redescubierto la belleza de Córdoba. La mezquita de Córdoba me ha encantado. Además, el viaje me ha servido para distinguir cronológicamente las etapas que pasó la cultura musulmana en la península, desde el primer gobernante sólido (Abderraman I) hasta que el emirato se convirtió en califato, para posteriormente disgregarse en los reinos de taifas, de los cuales el que más tiempo sobrevivió fue el nazarí de Granada.

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