Free counter and web stats


Atenas (I)

Seguimos aprovechando los días libres del trabajo y en esta ocasión hemos decidido venirnos a Atenas, cuna de la civilización occidental. Si bien es una ciudad que mucha gente dice que no tiene mucho para ver más allá de la Acrópolis, decidimos darle una oportunidad.

Llegamos ayer jueves sobre las 5 de la tarde. Entre coger el metro desde el aeropuerto (que pasa cada media hora) y el cambio de línea que tenemos que hacer desde la estación de Syntagma hasta Sygrou-Fix (en la que está nuestro hotel), acabamos entrando en la habitación casi a las 8. Como Mery se encuentra un poco mal por las turbulencias del viaje, prefiere quedarse en la habitación. Yo aprovecho que hemos cogido al abono de 5 días del metro de Atenas para salir del hotel y acercarme al OAKA (el centro deportivo donde están varios de los pabellones de los JJOO de 2004), que es donde juega el Panathinaikos de baloncesto. Justo esta noche tienen partido de Euroleague contra el Real Madrid. Mi esperanza es que hubiera aún entradas a la venta, pero allí me confirman que están todas vendidas. Así pues, me doy una vuelta por los alrededores y me vuelvo al hotel, a descansar para afrontar el siguiente día.

Hoy nos levantamos pronto, desayunamos en el hotel (tenemos el desayuno buffet incluido en el precio, lo que no suele ser habitual en nuestros viajes) y salimos a visitar la ciudad. Cogemos el metro, una sola parada hasta Acropoli. Seguro que a todo aquel que esté leyendo esto no le costará imaginarse qué es lo primero que íbamos a ver. Efectivamente, tras hacer un poco de cola en la entrada, compramos el ticket para visitar la Acrópolis (y no solo eso, dicho ticket es una combinado que también incluye los dos ágoras de Atenas y otros monumentos).

La visita tiene un acompañante con el que no contábamos, y que estará con nosotros durante todo el día: el viento, que es soportable en la ladera de la Acrópolis, pero que se convierte en muy molesto arriba del todo.

Efectivamente; arriba porque Acrópolis significa precisamente eso: ciudad alta, ya que está construida en lo alto de una colina que domina el terreno a su alrededor. La situación es privilegiada, con unas laderas prácticamente verticales para defenderse a la perfección, y una amplia superficie llana en lo alto, para poder construir sin problemas de espacio.

Con la ayuda de la audioguía que ha traído Mery vamos visitando las laderas de la colina, deteniéndonos en los principales monumentos.

El primero que capta nuestra atención es el Teatro de Dioniso. El teatro más importante de Grecia en la época clásica, aquí es donde los autores más famosos, como Esquilo, Sófocles, Eurípides o Aristófanes estrenaban sus obras. Pese a que actualmente solo están restauradas una parte de las filas de asientos, se puede sentir la emoción de estar en uno de los lugares donde la cultura teatral europea se gestó.



Seguimos hasta llegar al Odeón de Herodes Ático. En este caso el recinto es visualmente mucho más impresionante, pues cuenta con el frente escénico y con todas las gradas. Pero lo más espectacular es que cuando se construyó era techado. Una auténtica maravilla que fue arrasada por los hérulos cuando estos saquearon Atenas en el año 267. No es el único monumento que nos hemos encontrado a lo largo de hoy que tuvo ese final (al menos hasta reconstrucciones posteriores), así que este pueblo germánico se dio un buen atracón de destrozos cuando se paseó por la capital del Ática. Eso sí, el Odeón no pertenece a la época más antigua. Fue construido bajo la dominación romana (de hecho, el promotor de la construcción, Herodes Ático, era el cónsul romano en ese momento, además de un acaudalado ciudadano).



Seguimos subiendo por la ladera hasta que llegamos a la "puerta de entrada" de la Acrópolis: los Propileos. Se trata de los pórticos monumentales que dan acceso a la explanada superior. Realmente, por la construcción en sí y por el ángulo de visión, parecen unas auténticas puertas del cielo.



Y cuando se pasan los Propileos, realmente parece que estás en el cielo: tanto meteorológicamente (el viento huracanado que teníamos encima no lo he visto en ningún otro sitio) como por la belleza de la imagen: a un lado el Partenón, al otro lado el Erecteion.




Tras bajar de la Acrópolis, decidimos que nada mejor para entender todo lo que acabábamos de ver que entrar en el Museo de la Acrópolis, donde se puede completar la visita. En un edificio muy cuidado se encuentran multitud de los restos hallados en la colina (a la que se encuentra geográficamente pegada). Destacan por encima de todos las cariátides, las famosas figuras que sirven de columnas en el Erecteión. Las que están en la actualidad en el templo son réplicas, y las originales están en el museo, excepto una de ellas, que se encuentra en en el British Museum de Londres. Esta estatua y muchos otros restos de la Acrópolis siguen siendo fuente de conflicto entre el gobierno griego (que reclama su restitución) y el británico.

Volviendo al Museo, está muy bien estructurado. Una de las cosas que me resultan más interesantes son, junto a ciertas estatuas originales, réplicas que se han realizado con el color real que tuvieron en su momento, lo que ayuda a imaginarse su belleza original, puesto que estamos acostumbrados a ver las estatuas clásicas con ese color blanco con el que nos han llegado.



Ya era tarde, así que decidimos comer en el restaurante del museo, disfrutando a través de los ventanales de unas vistas privilegiadas del Partenón. Para ser un restaurante de museo, nos gustó bastante lo que probamos, que consistió en queso feta envuelto en pasta filo con sésamo y mermelada de calabaza, souvlaki de pollo, bizcocho con yogur y chocolate caliente



Pocos restaurantes en el mundo pueden presumir de estas vistas...



Con las energías recargadas continuamos paseando por la ciudad. Vamos ahora a ver el Arco de Adriano, construido por el emperador romano nacido en Itálica (cerca de Sevilla). Adriano era tanto un enamorado de Atenas como un emperador bastante creído de sí mismo. Buena prueba de lo primero es la construcción de este arco monumental, mientras que lo segundo lo atestigua que decidiera dejar escrito en la parte que daba a la zona antigua de Atenas la inscripción "Ésta es Atenas, la antigua ciudad de Teseo", mientras que en la parte que daba a la zona nueva se escribió "Ésta es la ciudad de Adriano, y no de Teseo".



Al lado del arco se encuentra el Templo de Zeus Olímpico. A la hora a la que llegamos ya estaba cerrado el acceso, así que lo dejamos para los días posteriores. Pero aún desde fuera la enormidad de sus columnas dan buena cuenta de lo imponente que debió de ser.


Volvimos a la zona antigua, y de camino entramos en la primera iglesia ortodoxa que visitamos en Atenas. Se trata de la Iglesia de Santa Catalina (Agia Aikaterini). En general, las iglesias que visitamos tenían todas un denominador común: pequeñas, muy recargadas a nivel ornamental, con predominio de los dorados, en contraposición a la oscuridad que suele imperar dentro de las mismas.



Se iba haciendo de noche, pero nos apetecía dar un agradable paseo por una zona tan monumental, en la que a cada esquina te puedes encontrar con restos históricos. Como nos pasó con el ágora romana, que vimos desde fuera.




Caminando por la calle Adrianou (una de las más famosas del centro de Atenas, que en la parte más oriental está repleta de tiendas de recuerdos, mientras que en la parte más occidental está llena de restaurantes), llegamos a la Plaza Monastiraki. Posiblemente la plaza más famosa de Atenas, con permiso de la Plaza Síntagma. Mientras que la segunda representa a la Atenas más moderna, la primera es el epítome de la Atenas milenaria. En ella se ubican la mezquita de Tzistarakis y la iglesia ortodoxa de Pantanassa. Justo en ese momento estaban celebrando misa en la iglesia.




Desde la Plaza Monastiraki, cogemos la calle Ermou. En esta calle predominan las tiendas de marcas internacionales. Por así decirlo, es la calle que se podría trasplantar a cualquier otra capital occidental sin tener que cambiar nada de ella.


Pero en medio de esta calle se encuentra una pequeña sorpresa que no te esperas viendo los edificios que la rodean. Se trata de la Iglesia Panaghia Kapnikarea, pequeño templo ortodoxo que parece permanecer en medio de la calle desafiando a la modernidad.




Al final de la calle Ermou se acaba llegando a la Plaza Syntagma. El edificio que se encuentra al fondo es el Parlamento griego. Por tanto, se trata de un edificio de gran solemnidad, una sensación que se extiende al resto de la plaza. Aquí no hay restos de ese exotismo que hemos visto previamente en Monastiraki. Si acaso, en los curiosos trajes que visten los soldados que guardan la tumba del soldado desconocido, y que protagonizan el cambio de guardia que se realiza cada hora, y al cual asistimos.



Una vez terminado el cambio de guardia, cogemos el metro para ir al hotel. Estamos más cansados que hambrientos, pero hacemos una parada en un supermercado para aprovisionarnos de algo de pan y embutido y cenar algo ligero.

0 Response to "Atenas (I)"

Publicar un comentario