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Galicia, el país de las maravillas (I)

Aprovechando un lunes libre que me debían en el trabajo, decidimos hacer una escapadita de 3 días. El destino elegido fue Galicia, que fue el que descartamos en Semana Santa para ir a Zamora con los amigos. Así que el viernes nos acostamos muy pronto para levantarnos de madrugada y llegar a Galicia a media mañana. Antes de llegar a La Coruña (donde teníamos el campamento base) paramos en O Cebreiro, un pueblecito desde el que pudimos contemplar estas maravillosas vistas.
El pueblecito es muy pequeño pero con mucho encanto, con todas las casitas de piedra...





Allí encontramos las pallozas, unas curiosas construcciones prerromanas con el techo de paja, que servían de vivienda y cuadra para refugiar a los animales.

El pueblo está en el Camino de Santiago, por lo que la pequeña iglesia del pueblo estaba llena de peregrinos que perturbaban la tranquilidad del templo.




Este año se nota que los gallegos están aprovechando el año jubilar para promocionar su tierra y vender todo tipo de souvenirs. Incluso un pueblo tan pequeño como O Cebreiro tiene varias tiendas de souvenirs, una de ellas justo detrás de esta estatua del Apóstol.



Una vez visitado el pueblo nos dirigimos a La Coruña, yendo directamente al hotel para dejar las maletas. Éstas son las vistas que teníamos desde la ventana de la habitación.


Una vez descargado el equipaje nos dirigimos hacia la Torre de Hércules, donde encontramos una estatua de Breogán, mítico rey celta de Galicia a quien se atribuye la fundación de la ciudad de Brigantium (parece que no está muy claro si este nombre corresponde a la actual ciudad de LA Coruña o a Betanzos). Julián, amante de la historia y la mitología, no pudo resistir la tentación...



La Torre de Hércules, con 68 metros de altura, data del siglo I y tiene el privilegio de ser el único faro romano y el más antiguo del mundo en funcionamiento.

La mitología dice que «hubo un gigante llamado Gerión, rey de Brigantium, que obligaba a sus súbditos a entregarle la mitad de sus bienes, incluyendo sus hijos. Un día los súbditos decidieron pedir ayuda a Hércules, que retó a Gerión en una gran pelea. Hércules derrotó a Gerión, lo enterró y levantó una torre que coronó con una gran antorcha. Cerca de esta torre fundó una ciudad y, como la primera persona que llegó fue una mujer llamada Cruña, Hércules puso a la ciudad este nombre».


Una vez dentro de la torre, recorrimos la planta más baja para ver los restos de la estructura de la antigua torre, que tenía unos techos así de bajitos...




Después comenzamos a subir mientras escuchábamos la audioguía que nos habíamos descargado para el mp3.


Y así, tras más de 200 escalones, llegamos a la parte más alta de la torre donde se puede acceder. Desde allí había unas vistas del mar muy bonitas.

Una vez abajo, cerca de la puerta de entrada, pudimos ver una estatua de Carlos III, un poco desmejorado el hombre...



Y también aprovechamos para hacer unas bonitas instantáneas junto al mar.


Al lado de la torre, en una explanada junto al mar, vimos una gigantesca rosa de los vientos que incluye en sus motivos por un lado los países celtas y por otro Tarsis, la patria de Gerión. Así de pequeñito se veía a Julián en el centro de la rosa.


Y desde allí otra vez al coche, no sin antes girar la cabeza para echar el último vistazo a la torre, declarada Patrimonio de la Humanidad hace algo menos de un año.

Como ya era la hora de comer, nos dirigimos al centro de la ciudad para comer en un bar que nos habían recomendado. Pero antes pasamos por la Plaza del Humor, homenaje a los personajes más conocidos del humor internacional. Yo, como aún tengo alma de niña, me quedé un buen rato mirando a los personajes de Disney.





Después de comer paseamos por el centro de La Coruña hasta llegar a la Plaza del Marqués de San Martín, donde además de la iglesia de San Jorge encontramos esta bonita cruz.



Justo al lado de esta pequeña plaza se encuentra la plaza de María Pita, donde se encuentra el imponente edificio del Ayumiento.


Enfrente del Palacio Municipal se encuentra la estatua de María Pita, heroína de la defensa de La Coruña en 1589 contra la Armada Inglesa.

Tras un corto paseo llegamos a la iglesia de Santiago, que no pudimos visitar porque estaba cerrada.




Y de la ciudad vieja nos dirigimos hacia el paseo marítimo, haciendo una parada ante el Castillo de San Antón, sede del museo arquerológico.


La temperatura era tan agradable que decidimos quedarnos un rato tumbados en las rocas, contemplando el castillo y los barquitos atracados enfrente de él.

De camino al hotel no pude evitar la tentación de hacerme una foto junto a una de las farolas que me habían estado llamando la atención todo el día.



Mientras tanto, Julián intentaba enterarse de lo que se cocía en los barcos, pero ya sabemos que el pobre chico es un poco durillo de oído...


Después de gracietas varias seguimos paseando por la orilla del mar hasta la siguiente parada, justo delante del Centro de Control de Tráfico Marítimo. A los dos nos encanta el mar y aprovechamos cualquier ocasión para hacer una paradita y contemplar las olas chocando contra las rocas de la orilla.

Incluso a veces intentamos ver paisajes un poco más lejanos...



Como teníamos el coche bastante cerca, decidimos ir al Parque de Santa Margarita, donde se encuentra la Casa de las Ciencias. Después de visitar el museo dimos un paseo por el parque. Cerca de una de las salidas, justo al lado del Palacio de la Ópera, encontramos esta bonita e impresionante cascada.


Y para terminar el paseo encontramos una de las construcciones más populares de estas tierras: los hórreos.


Y otra vez de vuelta al coche para dirigirnos al Parque del Monte de San Pedro, desde donde hay unas preciosas vistas del mar. Pero de esto ya no tenemos fotos. Al bajar del monte pasamos por el estadio de Riazor, hacia el que se encaminaba una gran cantidad de aficionados del Depor, que tenía partido en su ciudad justo ese día.
Una vez llegados al hotel nos tumbamos un rato a descansar antes de salir a cenar, pues las escasas horas dormidas, el viaje y la jornada de turismo hacían mella en nuestros cuerpos.
Tan cansados estábamos que nos quedamos dormidos y nos despertamos al día siguiente. Pero no nos importó demasiado, había que recuperar fuerzas para afrontar otra bonita jornada de turismo...

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