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Breve excursión de cuento

No tener puente no significa quedarse todo el tiempo en casa sin hacer nada. Nosotros teníamos que trabajar el lunes, pero eso no nos impidió disfrutar de los días libres. El fin de semana lo pasamos en mi pueblo, disfrutando de la naturaleza y los manjares toledanos. Y el martes decidimos seguir conociendo "ésta nuestra Comunidad" (es decir, la Comunidad de Madrid). El lugar elegido para esta ocasión fue el Hayedo de Montejo y sus alrededores.

Se trata de un bosque de 250 hectáreas situado en las faldas de la Sierra de Ayllón y perteneciente al municipio de Montejo de la Sierra, al norte de la provincia madrileña. Fue declarado Sitio Natural de Interés Nacional en 1974. Es uno de los hayedos más estudiados de la Península Ibérica, y la gran afluencia de personas ha hecho que las visitas estén restringidas: es necesario adquirir un pase, que puede obtenerse gratuitamente en la oficina que la Comunidad de Madrid tiene en Montejo de la Sierra.

Popularmente se suele afirmar que este hayedo es el más meridional de toda Europa, pero es un mito falso, ya que no es ni siquiera el más meridional de España. El hayedo español más meridional es "la fageda del Retaule" ("el hayedo del Retablo"), que se encuentra entre las provincias de Tarragona y Castellón. Y el hayedo más meridional de Europa (y del mundo) se encuentra en Sicilia, en la vertiente sur del Etna.

Aclarado esto, empezamos el relato de nuestra visita. Salimos de casa sobre las 8 de la mañana para llegar pronto a la oficina (que abre a las 9:30) y coger los pases (sólo dan 10 por visita).

De camino al pueblo se nos cruzó un zorro en la carretera, y tuvimos la suerte de que se paró en la cuneta y posó para nosotros durante unos minutos.

El animal estaba muy tranquilo y nos miraba fijamente mientras le hacíamos varias fotos. Parece que por aquella zona los animales están acostumbrados a convivir con los turistas.
Cuando ya teníamos un número considerable de fotos del animal desde varios ángulos, seguimos nuestro camino hacia el pueblo. No olvidemos que teníamos que pedir unos permisos muy limitados. Y lo conseguimos, fuimos los primeros. Elegimos la visita de las 11 de la mañana, de dificultad media-alta. Para hacer tiempo, decidimos dar una vuelta por el pueblo. Nos gustó bastante, a pesar de que la temperatura apenas pasaba los 0ºC y no era demasiado agradable pasear con ese frío. Las casas de piedra adornadas con flores llamaron nuestra atención.

El pueblo es pequeño, pero muy pintoresco. Al entrar allí parece que el tiempo se detiene y que vivimos en épocas ya pasadas.


Fuimos paseando hasta el centro del pueblo, donde se encontraba la iglesia (casi todo su exterior estaba en obras y nos resultó muy difícil conseguir una foto en la que no salgan andamios o lonas). Pero lo que más nos gustó no fueron las construcciones, sino lo que compramos en la panadería que hay en la plaza del ayuntamiento. Los dulces típicos son los "cojonudos" (hojaldre relleno de miel y limón) y "cojonudas" (una especie de magdalenas pequeñitas rellenas de naranja). También compramos unos preñaos de matanza que estaban exquisitos. Lo malo fue tener todo el rato ese olor tan rico en el coche, que invitaba a comerse toda la compra de una sentada.

Una vez hechas las compras nos dirigimos a la entrada del hayedo para comenzar nuestra visita guiada.


Lo primero que nos explicaron es que en este hayedo las hayas se mezclan con los robles, por lo que vamos a encontrar estos dos tipos de árboles durante casi todo el recorrido. La verdad es que hay algunos ejemplares impresionantes, tanto por su tamaño como por su belleza. Éste es uno de ellos.

Creo que elegimos una de las mejores épocas para hacer esta visita, debido al gran número de tonalidades que adoptan las hojas de los árboles. Desde el verde hasta el rojo pasando por el amarillo o el marrón.


Cuando los árboles pierden la hoja se puede apreciar con más claridad el "esqueleto" del bosque. Aquí se ven todos los troncos perfectamente alineados. Parece más obra de una perfecta tecnología que de la caprichosa naturaleza.


Una de las imágenes que más me gustan es ésta, donde podemos ver la convivencia entre robles y hayas en la mezcla de sus hojas en el suelo.

Pero además de las dos especies protagonistas, también podemos encontrar otras especies, como el enebro.


Después de superar unas cuantas cuestas de considerable desnivel, por fin llegamos a la parte más alta del recorrido, donde hicimos una parada para descansar.



La montaña que se ve justo detrás de nosotros ya pertenece a la provincia de Guadalajara, de la que sólo nos separaba el río Jarama. Y detrás de esa montaña se encuentra otro de los hayedos más famosos de España: el de Tejera Negra.

Otra de las especies que pudimos encontrar en este bosque es el acebo. Este ejemplar nos llamó especialmente la atención por el brillo de sus hojas, potenciado por la presencia de gotas de agua y los rayos del sol.
Sin duda lo que más me gustó de toda la visita fue ver los troncos de los árboles llenos de líquenes. Daba la impresión de estar atravesando un bosque de hadas.


Y otros seres vivos que no pueden faltar en ningún bosque en otoño son los hongos y las setas.


Ya llegando al final del recorrido encontramos un árbol con las hojas totalmente rojas que me encantó. Y mucho más me gustó el contraste con el tronco lleno de musgo del árbol que tenía al lado.

Nada más terminar nuestra visita (muy bonita como habéis podido ver) salimos del hayedo y nos fuimos al coche. Teníamos que volver a Madrid para comer, pero no queríamos perdernos algunas de las joyas que nos dejamos por el camino. Así que paramos en la localidad de Gandullas para ver su iglesia parroquial, que parecía sacada de un cuento, tan pequeña.

Después fuimos a Buitrago del Lozoya a ver también su iglesia, en la que destaca su artesonado mudéjar.

No tuvimos mucho tiempo para ver la iglesia con detenimiento porque ya era la hora de cierre, pero al menos pudimos verla aunque fuese deprisa.


Este pueblo también es muy pintoresco, llena de casitas con encanto, como este hotel.

Después de un paseo fugaz por el centro del pueblo volvimos a la zona de la iglesia para coger el coche.

Último vistazo para ver la torre y la muralla, restos del antiguo castillo.
Y después, directos a Madrid, donde nos esperaba una comida familiar.
Esperamos que nuestra próxima excursión sea un poquito más larga y podamos ver más cosas. Sea como sea, os lo contaremos.

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