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Coca y Arévalo: Tras los pasos de Isabel la Católica

El día de los enamorados decidimos ser fieles al espíritu de la parejita y celebrarlo con un viaje. Ya que debía durar tan solo un día, no podía ser muy lejos de Madrid, así que nos decidimos por visitar los pueblos castellanos de Coca y Arévalo.

Tras un viaje en coche de casi 2 horas, llegamos a Coca por la mañana con tiempo para visitar su renombrado Castillo. Hicimos la visita guiada, en la que nos explicaron que el castillo había sido construido en el siglo XV por la poderosa familia Fonseca.



Con el paso del tiempo, acabó en propiedad de la Casa de Alba, aunque actualmente lo tiene cedido al Ministerio de Agricultura, con lo que actualmente alberga una escuela forestal.

El castillo es de estilo gótico-mudejar y se nota que está muy reconstruido (en el interior hay fotos para comparar el antes y el después de la restauración). En cualquier caso, es una edificación muy bonita, que merece la pena visitar.


Al salir del castillo, nos fuimos con el coche hasta el trozo de la muralla enclavado en la Puerta de Segovia.


Allí aparcamos para dar un paseo, que nos llevó hasta la iglesia de Santa María la Mayor, situada en la plaza del ayuntamiento. La iglesia exteriormente recuerda a la de San Juan de los Reyes de Toledo, por lo que nos gustó bastante. La mayor diferencia está en su campanario, que desentona con el resto del conjunto. Para intentar entrar, estuve empujando una de las puertas de acceso, puesto que era lo que nos habían dicho que hiciéramos los guías del castillo. Tras aporrearla durante un tiempo, finalmente vimos que la entrada estaba en otra de las fachadas.



En el interior, lo más interesante son los sepulcros de mármol de los miembros de la familia Fonseca, que fue muy importante en tiempo de Isabel la Católica. Como pone en el título del post, nos estábamos aproximando a la reina castellana, muy de actualidad últimamente merced al éxito de la serie de TVE sobre su figura.



Tras abandonar la iglesia cruzamos el pueblo (no nos llevó mas de 5 minutos) para llegar a la torre mudéjar de San Nicolás. Es todo lo que queda de la iglesia del mismo nombre. La verdad es que, si no estuviera ubicada en un pueblo castellano, pasaría perfectamente por un minarete árabe.


Desandando el camino, volvimos a la Puerta de Segovia. Tras subir al trozo de la muralla que la rodea (y que da pistas sobre lo imponente que debían de ser las defensas de Coca en su momento) fuimos a un restaurante a comer. Puesto que nos dijeron que no había mesa libre, decidimos cambiar los planes e irnos a comer a Arévalo, aprovechando que aún no era tarde. Ya con el coche, buscamos la casa de los 5 caños, un antiguo edificio romano, que da idea de la importancia que tuvo la antigua Cauca (de hecho, según algunas versiones el emperador Teodosio es originario de aquí). La verdad es que nos costó bastante encontrarla, teniendo que dar varias vueltas con el coche por la zona.



Abandonamos finalmente Coca, rumbo a Arévalo. Al llegar allí aparcamos en la Plaza del Arrabal y fuimos a la Calle Figones, donde se concentran los restaurantes más renombrados del pueblo. Elegimos el Asador Las Cubas y no nos equivocamos. Aunque tuvimos que esperar un ratito, conseguimos probar el afamado cochinillo. Y eso que inicialmente nos habían dicho que solo quedaba tostón para un comensal, pero por suerte pudimos degustar dos raciones.

Con el estómago lleno, fuimos a la oficina de turismo, donde nos dijeron que, debido a los horarios, tendríamos que elegir si hacer la visita guiada por las iglesias mudéjares de Arévalo o visitar el castillo. Elegimos la primera opción y creo que acertamos.

Comenzamos la visita únicamente 4 personas junto a Rosa, la guía, aunque posteriormente se unieron otras 4. El recorrido consistía en las iglesias de San Juan Bautista, San Miguel Arcángel, Santa María la Mayor y San Salvador, que actualmente están cerradas y solo se pueden visitar de esta forma. En mi opinión, la más recomendable es la de Santa María, con un ábside policromado y un bonito artesonado, así como una planta que permite tomar bellas imágenes de la iglesia desde la Plaza de la Villa.


 Las otras tres iglesias también tienen detalles que merecen la pena, como la estatua de San Zacarías de la iglesia de San Juan Bautista, o el museo que están preparando en la iglesia de San Salvador.


Terminada la ración de iglesias, y visitada también la Iglesia de Santo Domingo de Silos, ésta sí abierta al culto, dimos un paseíto por el pueblo, deteniéndonos en las plazas del Real y de la Villa. Son bonitas, pero en mi opinión les falta algo de vida. Seguro que tiene mucho que ver el hecho de que en ninguna de ellas hay ningún bar o restaurante.


En la Plaza del Real se encontraba antiguamente el Palacio Real, que fue donde pasó Isabel la Católica su niñez. De hecho, ella siempre consideró a Arévalo como su lugar de origen: varias de las personas que más quería vivían aquí, y en las iglesias distribuidas por el casco antiguo hay numerosos recuerdos del paso de Isabel por Arévalo.



Estaba anocheciendo, así que cogimos el coche y fuimos a ver el Castillo por fuera, ya que estaba cerrado.


Ésta fue nuestra última parada en Arévalo. Ahora sí que era noche cerrada, así que cogimos el coche para volvernos, después de haber pasado un muy agradable día por tierras castellanas. Eso sí, la jornada contó con una temperatura un poco fría. Pero claro, qué se puede esperar de un día de febrero por Segovia y Ávila...

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