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Semana Santa 2012 (III): Escapada a Francia

Nuestra ruta de hoy miraba al norte, y concretamente a Francia. Aprovechando la cercanía con la frontera, tocaba visitar las dos principales ciudades del País Vasco francés: Bayonne y Biarritz. Y, si quedaba tiempo, al volver a España dar una vuelta por Hondarribia, con su bonita ciudad amurallada.

Hasta llegar a Bayonne (la Baiona vasca) la única anécdota destacable han sido los aguijonazos en forma de peajes que hemos ido sufriendo cada pocos kilómetros. Que si 2 euros y pico por aquí, que si 2 euros y pico por allá... al final cuesta una fortuna pasar de un lado a otro de la frontera. Lo que han quitado en declarar en las aduanas, lo sacan ahora en las autopistas...



Una vez llegados a Bayonne y encontrada la oficina de turismo, hemos visto que la Catedral (el monumento principal de la ciudad) ya no abría hasta la tarde. Así que hemos tomado la determinación de irnos a visitar primero Biarritz. La decisión ha sido acertada, puesto que así hemos disfrutado del gran tiempo que ha hecho en la ciudad costera durante el mediodía.

La impresión que nos deja Biarritz es que es un centro de veraneo de lujo. Muchísimas mansiones, casonas antiguas en buen estado, etc. Vamos, que se ve que hay dinero. Si a eso se le añade una playa con muchísima animación, una zona rocosa muy bella y un promontorio con faro incluido desde el que tener una estupendas vistas de todo el conjunto, queda una ciudad muy bonita y en la que tiene que ser una gozada veranear.



En nuestro recorrido vimos lo descrito en el párrafo anterior. Tras dejar el coche en un parking del centro de la ciudad, la salida no coincidía con alguna calle llena de tráfico o un callejón en mal estado. Salimos directamente a un balcón desde el que se veían unas preciosas vistas de la playa.



Bajamos hasta el paseo marítimo, donde se estaba celebrando una competición de surf muy bien organizada, pero en la que no se podía distinguir demasiado de los participantes ni quién estaba compitiendo. Supongo que ayudaría mi desconocimiento del francés y de este deporte.

Tras pasar por la zona del Casino (que era donde se estaba celebrando la competición), fuimos a buscar la oficina de turismo. Desde allí, nos dirigimos hacia el faro, pasando por la zona de las grandes mansiones (entre ellas el edificio más espectacular era el hotel Gran Palais, en cuyo restaurante el postre más barato ascendía a 21 euros).



De camino también vimos la iglesia ortodoxa, construida por los rusos intalados en Biarritz. Por fuera es curiosa, pero nos quedamos sin verla por dentro porque en ese momento estaba cerrada.



Llegamos a la zona del faro. Puesto que quedaba media hora para que abriese, decidimos comprar un bocadillo en un puestecito que había al lado y comerlo sentados en un banco cercano con unas preciosas vistas de la ciudad. ¡Mery no se puede quejar, ya que la he invitado a comer al sitio con mejores vistas de todo Biarritz! Los bocadillos, calentados en el horno, nos supieron a gloria y nos dieron fuerzas para acometer la subida al faro, consistente en 248 peldaños de una escalera de caracol. Pero las vistas arriba merecían la pena.



Cogimos después el camino de vuelta y, una vez llegados a la zona central de Biarritz, fuimos por el lado contrario de la costa hacia la zona más rocosa de la ciudad. Allí se encuentra la Virgen de la roca, que es un islote al que han añadido una pasarela para comunicarlo con tierra firme.Pero ahora mismo la pasarela está en obras, así que nos tuvimos que conformar con verla desde lejos y hacer las fotos de rigor.



De camino a la zona rocosa habíamos visitado el último monumento de Biarritz, la iglesia de Santa Eugenia. Nos pareció especialmente bonita, sobre todo su interior con el contraste de colores que tienen sus distintas piedras.



Una vez disfrutado Biarritz, cogimos el coche en dirección a Bayonne. La última parada en la ciudad costera consistió en una pequeña desviación que me consintió Mery para que pudiera acercarme al estadio del Biarritz Olympique, el equipo de rugby de la ciudad, donde pude hacer alguna foto.



Pero no había tiempo para más, puesto que debíamos darnos prisa para llegar a tiempo de ver la Catedral y su claustro. A lo primero llegamos, pero a lo segundo no, así que nos debimos conformar con verla desde los ventanales exteriores.



 En cuanto a la catedral, por fuera es muy bonita, destacando las dos agujas que presiden sus torres, aunque por dentro a mi me decepcionó un poquito.




Queríamos seguir visitando la ciudad, pero nos encontramos que en el barrio antiguo debía de haber alguna fiesta y tenían montado una especie de macro botellón callejero, por el que era prácticamente imposible entrar. Tras hacer un par de infructuosos intentos de atravesarlo, llegamos a la conclusión de que lo mejor era abandonar la ciudad.Además, estaba empezando a llover y eso acabó por rematar nuestras ganas de seguir explorando la ciudad.

Regresamos a España, y nada más cruzar la frontera con sus correspondientes peajes, dejamos la autopista y nos encaminamos hacia Hondarribia. La antigua Fuenterrabía tiene un casco antiguo amurallado muy típico y bonito, que pudimos disfrutar gracias a la audioguía de la ciudad que se había descargado Mery de internet. Destacan principalmente el Castillo de Carlos V, que actualmente es el único Parador Nacional ubicado en Guipuzcoa, la iglesia de Santa María de la Asunción y del Manzano, la muralla y los baluartes defensivos, y en general todo el conjunto de callejuelas y edificios que le dan un sabor especial y auténtico a esta parte de la ciudad.




Tras visitarlo, nos fuimos al otro punto interesante de Hondarribia: el barrio de los pescadores, la Marina, donde se encuentran las casitas típicas con balcones de distintos colores y los bares de pintxos ideales para cenar.



 Y eso fue exactamente lo que hicimos: elegimos el que mejor pinta nos dió (un bar llamado Gran Sol) y no nos equivocamos, puesto que los pintxos tenían una cuidada elaboración y estaban verdaderamente ricos. Además, el precio fue bastante barato y, aunque nos costó, acabamos encontrando una mesa donde sentarnos, puesto que ya empezábamos a estar cansados.


Y con la buena sensación dejada por Biarritz y Hondarribia, y la pequeña decepción causada por las circunstancias y la climatología en Bayonne, nos fuimos de nuevo a la casa rural a reponer fuerzas de cara al último día de estas vacaciones.

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