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Viaje a la Alcarria

Aprovechamos el título de la conocidísima obra de Camilo José Cela para contaros nuestra escapadita del día de la Hispanidad. Como Julián no tenía puente, quisimos aprovechar el día libre para hacer algo de turismo, que el fin de semana de intensas lluvias apenas nos había dejado salir de casa. Así que, como disponíamos de unas horas solamente, decidimos no alejarnos mucho de Madrid.

La provincia de Guadalajara fue la elegida esta vez, concretamente las poblaciones de Brihuega y Torija, así como la capital de la provincia.


Salimos por la mañana en dirección a Brihuega, la población más lejana de las tres que visitamos. Decía Cela de esta localidad que "Brihuega es encantadora por su situación, por sus alrededores, por su noble aspecto antañón, por sus recuerdos históricos, por sus joyas artísticas y el carácter simpático en extremo de sus habitantes. A tal punto es verdad cuanto digo, que quien acuda a verla por primera vez, vuelve seguramente".



El nombre de Brihuega viene de Briga, que significa “lugar fuerte o amurallado”. De origen celtibérico, fue enclave romano y se le denominó Castrum Brioca hasta la Edad Media. Fue conquistada por Alfonso VI quien, desde aquí, inició la reconquista de Guadalajara, Madrid, Talavera y Toledo. Esta Villa fue declarada Conjunto Monumental Histórico-Artístico en 1973, gracias principalmente, a su casco antiguo.




Nada más aparcar el coche nos encontramos la Puerta de la Cadena, una de las puertas de la muralla que rodeaba la ciudad. Denominada en algunos documentos antiguos como puerta de Valdeatienza, se conserva casi intacta en el extremo norte del pueblo. Está escoltada por un cubo semicircular y rematada por un murete almenado. Sobre su arco podemos ver varias placas conmemorativas del asalto a la villa durante la Guerra de Sucesión.



Pero no entramos por esa puerta, sino que nos fuimos por su derecha en dirección a la oficina de turismo, donde nos facilitaron un pequeño plano de la localidad, que nos ayudó bastante. Muy cerca de la oficina se encuentra uno de los trozos mejor conservados de la muralla, de la que se tienen referencias documentales del año 1192. Se supone que fue terminada en el siglo XIII.



Entrando por la muralla nos dirigimos al centro del pueblo. Lo primero que llamó nuestra atención fue la fuente de los doce caños o "Blanquina", que servía de apoyo a la estructura del antiguo lavadero.







Muy cerca de la fuente se encuentra la Plaza del Coso, la principal de la villa. Como era el día del Pilar, nos encontramos los "restos" de una procesión recientemente terminada.




En esta plaza se encuentran unas grutas que quedaron de la estancia de los árabes en la localidad. Al ser un día festivo estaban cerradas, pero normalmente se pueden visitar.



En la Plaza del Coso se encuentra también el ayuntamiento.


Saliendo de la plaza y encaminándonos a las afueras del pueblo encontramos uno de los mayores tesoros briocenses: el castilllo de la Peña Bermeja. Construido sobre un saliente rocoso que se asoma al valle del Tajuña, en el extremo sur de la población, está edificado sobre la antigua alcazaba árabe, del siglo XII, y se construyó en estilo románico, aunque también tiene rasgos del gótico de transición que se añadieron en el siglo XIII.


Nunca tuvo un carácter militar, principalmente fue usado como finca de recreo y descanso (los obispos toledanos se refugiaban en él durante los veranos para soportar las inclemencias estivales), y en la actualidad su patio de armas alberga el cementerio.

Situada al lado del castillo se encuentra la Fuente del Prado de Santa María.


Además, desde el recinto del castillo hay unas expléndidas vistas del convento de San José.



Una de las joyas del recinto es la iglesia de Santa María de la Peña, iglesia de fachada y planta gótica. Su interior alberga una talla románica, la de la Virgen de la Peña. Destaca la puerta de entrada en la que el arco gótico tiene una especial característica, la columna central nunca existió, se mantiene al aire con una forma ojival doble en cuyo centro un rosetón ilumina el conjunto de arcos.



Como no pudimos entrar a verla, decidimos rodearla para verla desde todas las perspectivas posibles.


Estas magníficas vistas del valle son las que pudimos contemplar desde el cementerio situado en el castillo.

Al salir del recinto nos metimos en el parque del Molinillo, muy tranquilo y agradable, y con una ornamentación que nos gustó mucho.


Volviendo de nuevo al centro urbano nos topamos con la iglesia de San Miguel, de corte románico, derruida en gran parte y rehabilitada como centro cultural.



Nuestra última visita en esta localidad fue a la iglesia de San Felipe que, por suerte, estaba abierta. La fachada es de corte románico, aunque ya el gótico hace su aparición.

El templo consta de tres naves con bóvedas de crucería. Las nave central remata en largo presbiterio recto con bóveda de cañón apuntado sobre arcos fajones y ábside semicircular con bóveda de cuarto de esfera. Por tanto es la cabecera lo que mejor conserva los rasgos románicos.


En la parte superior del muro correspondiente a la nave central existe un rosetón circular con varias molduras y guardapolvos de puntas de diamante. Las tracerías forman una preciosa estrella de seis puntas.


Después de comer en Brihuega nos dirijimos a Torija, pues su castillo nos había impresionado cuando lo vimos desde el coche,de camino a Brihuega.
Torija es un pueblo antiguo, de historia larga y densa, por situarse en un enclave privilegiado y ser cruce de caminos y tránsito natural hacia Aragón. Las primeras reseñas escritas datan de la Reconquista, aunque nadie duda de que su origen es anterior. Su valor estratégico hizo que desde muy tempranas fechas se construyera una atalaya de vigilancia alrededor de la cual se levantaron, una a una, el resto de las edificaciones del municipio. La historia de Torija corre, pues, paralela a la de su fortaleza.


Al lado de una de las fachadas del castillo se encuentra la Plaza de la Villa. Aunque en ella se encuentra el Ayuntamiento, lo que más destaca es el planteamiento radial del pavimento empedrado, en torno a la fuente de piedra ubicada en el centro de la explanada.

Pero volvemos a la joya de Torija,el castillo, que dejó de ser habitado a finales del siglo XVI y sólo en ocasiones excepcionales fue usado para albergar a reyes como Carlos V o Felipe II, así como a otros visitantes ilustres.

Sin duda, lo que más nos impresionó del castillo fue su enorme torre del homenaje, de 30 metros de altura.



Y después de una última mirada al castillo, partimos rumbo a Guadalajara, que aún nos quedaban bastantes cosas por ver y las horas pasaban deprisa.

Antes de adentrarnos en el centro urbano, nos acercamos a la zona del paseo de San Roque para ver la iglesia de Santa María Micaela, obra maestra de Velázquez Bosco. La iglesia debe su nombre a doña Micaela Desmaissières y López de Dicastillo, vizcondesa de Jorbalán y tía de doña María Diega Desmaissières y Sevillano, condesa de la Vega del Pozo y duquesa de Sevillano, fundadora de la congregación de Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad. Doña Micaela fue beatificada por Pío XI en 1925 y en 1934 fue inscrita en el catálogo de los Santos.



A pocos metros de allí hay un recinto con una majestuosa obra. Pero os lo contaremos a su debido tiempo, que todo lleva un orden. En este recinto había una especie de parque con multitud de bancos y columpios, donde hicimos una paradita para sentarnos a disfrutar de las vistas y para jugar como críos.

¿Que qué es lo que contemplábamos sentados en aquel banco? Pues nada más y nada menos que el Panteón de la Condesa de la Vega del Pozo y Duquesa de Sevillano.


Este monumento fue construido entre 1882 y 1916, por encargo de doña María Diega Desmaissières y Sevillano, condesa de la Vega del Pozo y duquesa de Sevillano, en honor a su padre y familiares fallecidos años antes para ser enterrados en el mismo.

Salimos por donde habíamos entrado, no sin antes contemplar la bonita puerta de entrada al recinto.

Y, por supuesto, la reja que lo delimita.

Una vez en el centro de la ciudad, aparcamos y nos dimos un paseo para ver los monumentos más importantes. Toda la calle Mayor estaba en obras y el aspecto era un poco caótico, pero aún así el paseo mereció la pena.

Nuestra primera visita fue al Palacio del Infantado, de estilo gótico tardío, mandado construir por Íñigo López de Mendoza, segundo duque del Infantado, a finales del siglo XV. Destaca la fachada de traza gótica con ventanas renacentistas, en la que lucen los escudos familiares.



El Patio de los Leones, en el interior, se compone de dos galerías, formadas por arcos rebajados de tres centros: en la inferior predomina el motivo compuesto por los leones enfrentados; en la superior, el de los grifos, animales mitológicos.



En este palacio contrajo matrimonio el rey Felipe II con Isabel de Valois en 1560.



Una vez fuera del palacio fuimos a ver otra de sus fachadas, ésta inspirada en las "loggie" italianas (como, por ejemplo, la Loggia della Signoria en Florencia).

A los pies de esta fachada se encuentra un parquecillo de lo más curioso por la fusión de elementos clásicos con otros mucho más modernos. Por una parte, por ejemplo, nos encontramos la fuente con caños...

Y por otra, esta escultura y otras cuantas de este mismo estilo.


Esta escultura dio mucho juego a la hora de hacer fotos: unas individuales...


...y otras en pareja.


Otra de las modernas esculturas es ésta de dos aves juntando sus cabezas.



Pero donde más disfrutamos fue en el centro del parque, donde estaba la silla donde Julián hizo un descansito.


Pequeña, ¿verdad? Pues sí, era la más pequeña de las dos que había en el parque, pero la grande estaba ocupada por otra persona...


Volviendo de nuevo hacia el coche pudimos "ver" el Ayuntamiento. Y escribo ver entrecomillado porque, al igual que la calle Mayor, la plaza Mayor se encontraba en obras y tuvimos que verla de lejos y subidos a los escalones de un edificio situado enfrente de la Casa Consistorial.

El edificio del Ayuntamiento, de 1906, es de estilo ecléctico, que contrasta con el hierro forjado de su campanario.



Al final de la calle Mayor se encuentra la iglesia de San Ginés. El templo actual fue antaño del convento de Santo Domingo de la Cruz. Su construcción comenzó en 1561. Por varias razones la obra se detuvo en 1566, de modo que el edificio actual es aproximadamente la mitad del que se había proyectado.

No teníamos ya mucho tiempo porque el sol se iba poniendo y nosotros teníamos que volver a casa. Así que dimos por concluida esta escapada, breve pero intensa.

Pero no os preocupéis, que este fin de semana haremos otro viajito, esta vez de dos días. Así que en breve tendréis nuevas noticias de la parejita.

2 Response to "Viaje a la Alcarria"

  1. Anónimo Says:
    14 de marzo de 2012, 11:42

    me ha gustado mucho vuestra forma de contar el viaje

  2. Mery Amparado says:
    14 de marzo de 2012, 13:33

    ¡Muchas gracias por tu comentario! Siempre es agradable saber que hay alguien a quien le gusta lo que haces.

    Nos alegramos mucho de que te haya gustado este post y esperamos que sigas disfrutando de nuestro blog.

    Un saludo.

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