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Burgos (I): La ruta del agua

En esta Semana Santa nos hemos venido a la provincia de Burgos para disfrutar de la zona sur de las Merindades, con especial atención a Frías y los pueblos a su alrededor. Ayer llegamos a nuestro centro de operaciones, el pueblo de Trespaderne. El tiempo no acompañó, puesto que estuvo lloviendo durante todo el día. Así que lo único que hicimos fue establecernos en el hostal donde pasaremos estos días y cenar en el restaurante del alojamiento.



Sin embargo, hoy el tiempo nos ha respetado, así que hemos podido hacer bastante turismo. De camino a nuestra primera visita nos hemos encontrado en el pueblo de Bisjueces con una iglesia parroquial muy interesante, de la que nos ha impresionado su portada renacentista. No hemos podido evitar pararnos para hacerle una foto.



Llegamos a la primera parada que teníamos prevista. Se trata del Monasterio de Santa María de Rioseco. Su particularidad es que está en ruinas. Visitarlo es como entrar en el esqueleto de un monasterio, puesto que conserva toda su estructura, pero el paso del tiempo y el abandono fueron haciendo mella en él.




Continuamos nuestra jornada hasta llegar a Orbaneja del Castillo. Como reza el título de la entrada, el día ha sido la ruta del agua, ya que que hemos ido buscando cascadas, pozos, etc. En este caso, a Orbaneja le confieren su particular atractivo las cascadas que cruzan su núcleo urbano. Es realmente bonito ver el agua caer al lado de los edificios, o contemplar las pequeñas pozas que va formando, como si fueran piscinas naturales.



Además, Orbaneja tiene a su alrededor unas montañas que forman unas curiosas estructuras karsticas, que se divisan desde cualquier lugar del pueblo.



Pues que en Orbaneja nos fue imposible encontrar un restaurante donde poder comer, nos fuimos a Covanera. Allí paramos en el Bar Muñecas, que no deja de ser un bar de pueblo donde tomarse el carajillo, pero donde nos tomamos un plato de embutido variado que nos hizo reponer fuerzas.



Tras recuperar energías con la comida, anduvimos el camino hasta el Pozo Azul. Se trata de un manantial que brota de una cueva y que resulta particularmente bonito por el color que adquieren sus aguas. En la entrada de la gruta son de un azul intenso, pasando a ser transparentes casi sin que haya una transición de colores, lo que le confiere un gran atractivo.



Al volver al coche, nos desplazamos a Padrones de Bureba. Cuenta con una iglesia con bonitas vistas en conjunción con unas pequeñas cascadas en las cercanías. Como he dicho antes, hoy parecía que estábamos siguiendo la ruta del agua.



Como aún era pronto, antes de volver a Trespaderne hemos ido a Poza de la Sal. Un pueblo con un casco antiguo bastante interesante, destacando la Plaza Nueva, Plaza Vieja, la iglesia de San Cosme y San Damián, donde entramos y estaban preparándose para misa y procesión... ah, y por ser el pueblo natal de Felix Rodríguez de la Fuente, posiblemente el más importante divulgador de naturaleza de la historia de España, y un referente en ese aspecto para los que ya vamos teniendo una edad.



Al salir de Poza de la Sal nos acercamos a su castillo, que no me resisto a visitar. Está abandonado, en bastantes aspectos me recuerda al de Montsegur, en lo alto de la roca y bastante inexpugnable, tanto para los atacantes del pasado como para los turistas de la actualidad.




Tras este intenso día, volvemos a Trespaderne y cenamos otra vez en el restaurante del hostal. Como habíamos comido poco, esta vez pedimos croquetas de boletus e ibérico, sopa de ajo y pulpo a la gallega. Además, rematamos con un coulant de chocolate y una torrija de postre. Después de un día de ver paisajes y edificaciones muy bonitos, nos quedamos tan a gusto con la rica cena.

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