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Nos vamos... por los cerros de Úbeda

Decía Joaquín Sabina en un concierto: "yo nací en un pueblo que se llama Úbeda, tan bonito que le llaman la Salamanca andaluza". Con esa breve descripción os podéis hacer una idea de lo que encontraríamos en la bella ciudad jienense. Desde Baeza nos fuimos a Úbeda, donde llegamos casi a las 2 de la tarde. Dejamos el coche a las afueras y nos fuimos caminando hacia el centro.

Lo primero que nos encontramos fue la Sacra Capilla del Salvador, que visitamos. Fue mandada construir por Francisco de los Cobos (secretario de Estado de Carlos V y consejero de Felipe II) y aunque fue diseñado por Diego de Siloé (arquitecto de la Catedral de Granada), fue Andrés de Vandelvira quien la dotó de la portada actual (plateresca) y del impresionante arco de entrada a la sacristía. El retablo existente, aunque en parte reconstruido (era un original de Berruguete que sufrió numerosos daños en la Guerra Civil), también es muy interesante.

Al lado de la iglesia se encuentra el Parador de Turismo y, a pocos metros de allí, la palza Vázquez de Molina, una de las más interesantes de la ciudad.

En ella se encuentra la iglesia de Santa María de los Reales Alcázares, que fue edificada sobre los restos de la mezquita mayor, tras la conquista de la ciudad en 1233 por Fernando III el Santo, para celebrar la victoria y consagrar la mezquita en iglesia católica.


Justo enfrente de la iglesia podemos encontrar el Palacio Vázquez de Molina, más conocido como Palacio de las Cadenas. Está custodiado por dos leones de piedra, con los cuales no dudó en posar Julián.

El palacio, obra también de Andrés de Vandelvira, es el actual Ayuntamiento de la ciudad.

En esta misma plaza, llena de monumentos, encontramos la Cárcel del Obispo, que se utilizaba exclusivamente para penas canónicas. Hoy en día es la sede de los juzgados de la ciudad.

Desde allí fuimos paseando hasta la iglesia de San Pablo, una de las más antiguas de la ciudad. Se cree que su origen es de tiempos de los visigodos.

Se acercaba la hora de comer y callejeamos por el centro en busca de un sitio para tomar unas raciones, que tanto le gustan a Julián. Pasear por Úbeda es descubrir en cada rincón una casa o palacete con encanto, tanto en sus fachadas como en sus portales. A nosotros nos gustó éste entre otros.



Callejeando llegamos a la Iglesia de la Trinidad, que no pudimos visitar por dentro porque estaba cerrada.


En muchas de las calles de Úbeda había unos curiosos guardianes que impedían que los coches penetrasen en la zona de aceras.


Siguiendo nuestro paseo encontramos la Torre Octogonal. No hace falta explicar el origen del nombre, ¿verdad?


Muchas de las calles de Úbeda nos recordaron a las de Toledo: estrechas, empinadas, empedradas...


En una de aquellas calles encontramos la Casa Mudéjar, hoy Museo Arqueológico de la ciudad.


Una vez vista la casa, volvimos a la iglesia de San Pablo, que esta vez sí que visitamos por dentro.


En esta iglesia fue donde salió la vena ciclística de Julián, que decidió posar con este estandarte, parecido a las banderas de Flandes que se pueden ver en las clásicas de primavera.


Al salir a la plaza donde se encuentra la iglesia, el sol brillaba con toda su fierza. Y no hay nada mejor que el calor del sol andaluz para que a uno le entren ganas de demostrar su amor...


Acabado el momento romántico, decidimos fijarnos en la fachada de la iglesia.





Una vez vista la plaza, volvimos a otra plaza, la de Vázquez de Molina. Una vez allí, entramos a ver el Parador, situado en el Palacio del Deán Ortega.


Y bordeando la ciudad llegamos a la Casa de las Torres, llamada así por las dos torres que flanquean el edificio.







Paseando por aquellas callejuelas, Julián decía que le recordaban a las calles por las que se movía el famoso Capitán Alatriste...



Después del paseo por estas calles, cogimos el coche para dirigirnos al Hospital de Santiago, al que llaman "El Escorial Andaluz", hoy convertido en centro cultural.




Lo mandó construir Don Diego de los Cobos, obispo de Jaén, como hospital para pobres enfermos, al mismo tiempo que iglesia-panteón y palacio.


Proyectado por Pedro de Vandelvira y continuado por su hijo Andrés, está considerado como una de las mejores obras de estos arquitectos y una de las grandes obras del renacimiento civil en España.



Destaca del edificio su gran patio central, que da luz a todas las estancias.




Pero si hay algo realmente destacable de esta magnífica obra de Vandelvira, eso es su cúpula.

Una vez vista ésta, volvimos a Baeza para cenar unas tapas y acostarnos pronto, pues aún nos quedaba otro duro día por delante...

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