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En este segundo día de visitas por Tenerife hemos comenzado por La Orotava. En realidad su término municipal ya lo visitamos ayer, puesto que en él se encuentra la mayor parte del Parque Nacional del Teide. Pero hoy queríamos visitar su casco histórico, que está declarado Conjunto Histórico Artístico Nacional.
Empezamos visitando la Iglesia de San Agustín, que se encuentra en la Plaza de la Constitución, un agradable lugar donde la vida parece tomarse con tranquilidad y sin prisas.
A continuación visitamos los cercanos jardines del Liceo de Taoro, que anteceden al palacete en el que tiene su sede esta sociedad. El nombre de Taoro viene del menceyato de Taoro, que se ubicaba en esta zona de la isla. Los menceyes eran los caudillos guanches que se repartían la isla de Tenerife. El menceyato de Taoro era el más importante de todos. Hay que resaltar que originalmente los guanches era la denominación únicamente de los aborígenes de la isla de Tenerife, aunque por extensión se usa en la actualidad para todos los de las Islas Canarias.
Hay que decir que el centro de La Orotava está muy cuidado, y destaca la flora que se encuentra, como en el cercano Jardín Victoria, que solo pudimos contemplar desde fuera, al estar cerrado. Donde sí pudimos entrar fue en la Hijuela del Botánico, otro jardín en el que abundaban las especies vegetales a cuál más interesante.
Muy cerca se encuentra el Ayuntamiento de la Orotava, que pudimos admirar desde la plaza que da a su fachada principal.
Continuando nuestro paseo aprovechando la cercanía de todos los edificios y la bonita arquitectura que se encuentra por esta zona. A lo lejos vimos las torres de la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, a la que después nos acercaríamos.
Vimos la fachada de la Casa de los Balcones, que recibe su nombre por la balconada superior de madera de tea labrada.
Tras entrar en la Casa del Turista, que tienen acondicionada con folklore canario para la venta a modo de "souvenir", volvemos sobre nuestros pasos y vemos la fachada de la Casa Lercaro.
Llegamos hasta la Plaza Casañas, donde se encuentra un monumento en homenaje al alfombrista.
Al lado de esta plaza está la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, la mejor muestra del arte barroco en las Islas Canarias. Destaca principalmente su cúpula, inspirada en la de la Catedral de Florencia. Pero a nosotros lo que más nos gustó fue su fachada, con las dos torres a los lados. Justo en el momento en que llegamos se estaba celebrando una boda, y la verdad es que pensamos que es uno de los mejores sitios de la isla para casarse.
En nuestro regreso al coche pasamos por la fachada de la Universidad Europea de Canarias.
Y por último, echamos una mirada de nuevo desde la Plaza de la Constitución.
Tras un breve desplazamiento en coche, llegamos a La Laguna, cuyo nombre oficial es San Cristóbal de la Laguna. Esta ciudad, que fue hasta el siglo XIX la más importante del archipiélago, actualmente es la segunda más grande de la isla, tras la capital Santa Cruz de Tenerife. Fruto de ese pasado es su casco histórico, muy bien conservado y que es el primer ejemplo de ciudad no amurallada construida por los europeos fuera del continente. De hecho, fue el ejemplo en el que se basaron las primeras grandes ciudades de América construidas por los europeos, con las que tiene muchos puntos en común.
Además, La Laguna cuenta con la universidad más antigua de Canarias y el aeropuerto de Tenerife Norte.
Comenzamos nuestro recorrido en la Iglesia matriz de Nuestra Señora de la Concepción, en la que destaca principalmente la torre, que cuenta con la campana más grande de Canarias.
Continuamos con la Catedral de la Laguna, la primera del mundo construida en hormigón.
A su lado se encuentra la Casa del Corregidor, con portada de piedra volcánica y que es la fachada lateral del actual ayuntamiento.
En la Plaza del Adelantado nos sentamos en un banco a descansar un rato, aprovechando el agradable ambiente y con vistas a la fachada principal del Ayuntamiento de La Laguna.
Continuamos el camino viendo la fachada del Convento de Dominicas de Santa Catalina de Siena.
Ya haciendo el camino de vuelta pasamos por el Palacio Lercaro, que es la sede del Museo de Historia y Antropología de Tenerife.
Antes de subir hacia el norte de la isla hicimos un pequeño desvío hacia Candelaria, puesto que queríamos ver la basílica de Nuestra Señora de Candelaria, que es la patrona de Canarias.
Llegamos al pueblo y aparcamos en la misma plaza donde se encuentra la basílica, llamada Plaza Patrona de Canarias. Puesto que era la hora de comer, no lo pensamos mucho más y comimos en la terraza del Bar Restaurante Plaza.
Tras la reparadora comida, nos acercamos al borde de la playa, que estaba a pocos metros de la terraza. La arena era negra, y el mar invitaba a darse un chapuzón.
Pero nosotros queríamos hacer turismo, así que nos pusimos a ver las estatuas de los Menceyes (como ya he comentado en el post, los caudillos guanches), que también estaban en la plaza. La verdad es que es un sitio muy agradable para pasar un rato. Y a mi, toda esta historia prehispánica me encanta, así que estaba disfrutando al lado de las grandes moles de bronce.
Para terminar la visita de Candelaria, damos un paseo por la zona cercana a la plaza degustando un helado y un granizado.
Subimos al norte de la isla, para lo que hay que pasar por Santa Cruz de Tenerife. No entra en nuestro recorrido visitar la ciudad, pero sí que hacemos una foto al auditorio, obra de Santiago Calatrava, que tiene una arquitectura muy espectacular.
Seguimos avanzando con el coche, hasta llegar al mirador Cruz del Carmen.
Llegamos a nuestro último destino del día, la Playa de Benijo. Nuestro objetivo era darnos un baño, pero no esperábamos encontrarnos con una playa tan bonita. La dificultad para acceder a ella hace que reine una gran tranquilidad, solo rota por las olas chocando. Los macizos rocosos que se meten en el agua (y que con la marea que hay en este momento se convierten en islas) dotan a la playa de una particularidad y encanto especial.
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