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En nuestro primer día completo el objetivo era visitar la zona de Albí (famosa principalmente por su catedral) y, si nos daba tiempo, ver Castres. Finalmente, desechamos la opción de Castres.
La primera parada fue en el pintoresco pueblo de Cordes-sur-Ciel. La entrada al pueblo ya anticipaba lo que nos ibamos a encontrar posteriormente. Grandes cuestas hasta adentrarnos en la ciudadela y llegar hasta la parte más alta.
A la entrada del pueblo se encontraba la iglesia de Santiago, con una bonita hornacina en su esquina
Continuamos hacia arriba y, al girar la cabeza, se nos presentaba la terrible cuesta que acabábamos de subir. No sería la última.
Una vez llegados a la parte más alta, las vistas recompensaban el esfuerzo realizado
No pudimos entrar en la iglesia, pero lo más bonito del pueblo eran los pequeños rincones, como esta plazoleta en la que se encontraba una antigua fuente
Una vez que bajamos hasta las afueras de Cordes, donde habíamos dejado el coche, partimos en dirección a Albí. La ciudad roja (debido al color de la mayoría de sus edificios, construidos en ladrillo debido a la escasez de piedra por toda la zona) nos recibió con una preciosa vista de su catedral.
Habíamos quedado con Chantal, una familiar de Mery que vive allí. Lo primero que hicimos fue visitar la catedral. Ciertamente impresiona, puesto que es altísima. Además, está construida en ladrillo, a excepción de la portada que, pese a ser totalmente distinta al resto, no parece un pegote adosado, sino que realza el conjunto. Uno de los momentos del viaje fue pegarnos a los muros exteriores y alzar la vista, contemplando la mole de la catedral.
Luego visitamos el interior, que tampoco desmerece. De hecho, cuenta con uno de los pocos "jubé" (el enrejado central con la tribuna superior desde la que se decía misa, empezando con la frase "Jubé Domine Benedicere", de donde toma el nombre) que quedan en Francia.
Al salir al exterior ya era casi de noche, así que aprovechamos para hacernos unas fotos por la zona de la catedral y para bajar hasta la orilla del río
Dando un paseo nos acercamos a otro de los puntos turísticos de Albí, la estatua del navegante y explorador La Perouse.
Puesto que estaba anocheciendo fuimos a cenar a un restaurante con Chantal y su hija y, a la salida, nos encontramos a un erizo en medio de la calle.
Tras esto nos despedimos de Chantal y su familia y nos volvimos a Toulouse para descansar y prepararnos para el día siguiente.
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