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La pasión turca (IV): de Sultanahmet a Topkapi

A la mañana siguiente, después de uno de nuestros ya famosos desayunos, cogimos el tranvía (utilizamos por primera vez los “jetons” o billetes sencillos) hasta la plaza de Sultanahmet.


Una vez en la plaza, lo primero que vimos fue la fuente alemana.


Se trata de una fuente octogonal abovedada de estilo neobizantino, fue construida por el gobierno alemán en 1900 para marcar la visita a Estambul del emperador Guillermo II en 1898.


Desde la fuente nos dirigimos a la mezquita azul, situada a pocos metros. La Mezquita Azul o Mezquita del Sultán Ahmet (Sultanahmet Camii), es obra de Sedefhar Mehmet Ağa, discípulo del arquitecto Sinan. Está situada frente a la Iglesia de Santa Sofía y es la única en Estambul que posee 6 minaretes. Cuando se supo el número de minaretes que tendría la mezquita, se criticó al sultán por presuntuoso, ya que, en aquel momento, era el mismo número de minaretes que la mezquita de la Kaaba, en La Meca. El sultán solucionó el problema construyendo un séptimo minarete en la mezquita de La Meca.

Cuatro de los minaretes se encuentran en las esquinas de la mezquita. Los otros dos, al final del patio. Hasta hace poco tiempo, el almuédano tenía que subir mediante una estrecha escalera de caracol cinco veces al día para llamar a la oración. Hoy en día, como ya hemos comentado en posts anteriores, se utiliza megafonía y la llamada se puede oír en toda la parte antigua de la ciudad.
 La mezcla elementos bizantinos de la cercana Hagia Sophia con la arquitectura islámica tradicional, siendo considerada la última gran mezquita del periodo clásico otomano.
 

Si su exterior es impresionante, el interior no tiene mucho que envidiarle. Nos encantaron sus vidrieras, regalo de la Signoria de Venecia al sultán. 

                                  

También sus impresionantes columnas, llamadas "patas de elefante".


Y, por supuesto, la gran cúpula central, de 23,5 metros de diámetro y 43 metros de alto.


La mezcla de todos estos elementos junto con los azulejos de İznik y sus pinturas en azul, rojo y dorado, hacen de esta mezquita una imagen inolvidable para cualquiera que la visite.




Al salir de la mezquita azul nos dirigimos al hipódromo, que está justo al lado. El Hipódromo de Constantinopla (Sultanahmet Meydanı) fue el centro deportivo y social de la ciudad, capital del imperio bizantino y, en el siglo V, la ciudad más grande del mundo. Actualmente, el hipódromo es una plaza llamada Sultanahmet Meydanı (Plaza Sultán Ahmet, en la que sólo sobreviven algunos fragmentos de la estructura original.

El hipódromo suele ser asociado a los días de gloria de Constantinopla cuando era la capital imperial, sin embargo, el monumento es anterior a esa fecha. El primer hipódromo se construyó cuando la ciudad aún se llamaba Bizancio, y siendo una ciudad provincial de moderada importancia.

En el 324, el emperador Constantino el Grande decidió trasladar el gobierno de Roma a Bizancio, renombrando la ciudad como “Nova Roma”. El nombre no impresionó, por lo que comenzó a ser conocida como Constantinopla, la ciudad de Constantino. Este emperador renovó el hipódromo, que llegó a tener cerca de 450 metros de largo y 130 metros de ancho, con una capacidad de 100.000 espectadores.


Para mejorar la imagen de su nueva capital, Constantino y sus sucesores, sobre todo Teodosio el Grande, trajo obras de arte de todos los rincones del imperio para adornarlo. Entre ellas estaba el Trípode de Platea, conocido actualmente como la Columna de las Serpientes, construida para celebrar la victoria de los griegos sobre los persas durante las Guerras Médicas en el siglo V a. C. Constantino ordenó trasladarla al hipódromo desde el templo de Apolo en Delfos, y la colocó en el centro del hipódromo. La parte superior de la columna estaba adornada con una bola dorada sostenida por tres cabezas de serpiente. La bola fue destruida o robada durante la Cuarta Cruzada. Las cabezas de serpiente fueron destruidas, aunque algunos trozos se recuperaron y se exhiben en el museo arqueológico de la ciudad. Actualmente, todo lo que queda del Trípode de Delfos es su base.



Otro emperador que adornó el hipódromo fue Teodosio el Grande, que en el 390 mandó transportar hasta la ciudad un obelisco desde Egipto. Tallado en granito rosa, fue erigido originalmente en el Templo de Karnak en Luxor alrededor del 1490 a. C., durante el reinado de Tutmosis III. Para trasladar el obelisco hasta Constantinopla, Teodosio tuvo que dividirlo en tres piezas. Solo sobrevive la parte superior, erigida en su emplazamiento original, sobre un pedestal de mármol. Parece que es la pieza más antigua que existe en Estambul.

 


En el siglo X, el emperador Constantino VII construyó otro obelisco en el otro extremo del hipódromo. Originalmente estaba cubierto con placas de bronce doradas,  pero fueron robadas durante la Cuarta Cruzada, quedando a la vista el interior, construido con bloques de piedra.


En el hipódromo había también cuatro estatuas de caballos construidos en bronce representando una cuádriga. Estos cuatro caballos de bronce, llamados actualmente Caballos de San Marcos, fueron saqueados durante la Cuarta Cruzada en 1204 y colocados en la fachada de la Basílica de San Marcos, en Venecia.

Los turcos otomanos, que en 1453 conquistaron la ciudad convirtiéndola en capital del imperio otomano, no estaban interesados por las carreras por lo cual el hipódromo fue gradualmente cayendo en el olvido, aunque nunca llegó a ser destruido. Tampoco ha sido nunca excavado por arqueólogos, por lo que los restos que se conocen han salido a la luz gracias a las obras de remodelación de la ciudad.












Desde la parte sur del hipódromo nos dirigimos a la "pequeña Santa Sofía". Como esta mezquita está muy cercana al mar, pudimos disfrutar de estas vistas cuando nos dirigíamos a ella.



Kurkuk Ayasofia fue construida por Justiniano entre los años 527 y 536, por lo que es anterior a la construcción de la "gran Santa Sofía". La iglesia, cuyos patronos eran San Sergio y San Baco, fue convertida en mezquita en 1500.



Lo más destacable de la mezquita es su espectacular cúpula y sus enormes columnas de mármol tallado.

En este lugar vivimos uno de los episodios más divertidos del viaje, cuando Julián se puso a venderme las alfombras que se apilaban en un rincón esperando a que los fieles las utilizasen para sus oraciones.

Como ya era tarde y queríamos ver el palacio Topkapi (que cerraba bastante pronto), decidimos no comer para que nos diese tiempo a hacer todo lo que habíamos planeado para ese día. De camino nos tropezamos con el Million, una especie de obelisco erigido en tiempos de Constantino el Grande que indicaba el punto de partida de las calzadas romanas y se utilizaba para medir las distancias a todos los rincones del imperio bizantino. Algo así como el Kilometro 0 de la Puerta del Sol.

Topkapı Sarayı, que significa "Palacio de la Puerta de los Cañones" fue el centro administrativo del Imperio otomano desde 1465 hasta 1853. La construcción del palacio fue ordenada por el Sultán Mehmed II en 1459, y fue completada en 1465. El palacio está situado entre el Cuerno de Oro y el Mar de Mármara, y desde él se tiene una espléndida vista del Bósforo.
En 1853, el Sultán Abdulmecid decidió trasladar su residencia al recién construido y moderno Palacio de Dolmabahçe. En la actualidad, el Topkapi es un museo de la época imperial.


Entramos al palacio por la Puerta de la Acogida.
Después de coger las audioguías nos dirigimos al Harem, la zona más famosa y bonita del palacio.

Con la cámara en una mano y la audioguía en la otra, Julián grababa cada rincón al tiempo que imaginaba cómo sería su vida si él fuese el sultán y viviese allí, rodeado de concubinas. Y, a juzgar por su cara, la idea no le disgustaba demasiado.
Caminando por el harem llegamos a la habitación de la madre del sultán, donde unos maniquíes representaban una escena típica de la vida en palacio.
El salón imperial es quizá la sala más fotografiada por tenet la mayor cúpula del palacio. En ella estaba el sultán con sus 500 ó 600 concubinas, entre las cuales tenía 10 ó 15 favoritas.
En los jardines también había bonitos miradores y preciosas fuentes.
Ésta, ya fuera de los muros de palacio, era la preferida de Julián.
Cuando salimos estaba empezando a ponerse el sol, pero todavía se podía disfrutar de unas bonitas vistas de la mezquita azul.
Al salir de Topkapi nos dirigimos a Sultanahmet, donde cenamos. Aún era pronto pero, al no haber comido a mediodía, estábamos hambrientos. Así que cenamos en una de las terrazas de la plaza de Sultanahmet, mientras disfrutábamos de una inolvidable panorámica. Julián hizo dos grandes descubrimientos: el zumo de granada y los baklava (pastelitos elaborados con una pasta de pistachos triturados y pasta filo, bañados en miel). Le encantaron.




En el paseo de vuelta al hotel nos paramos a ver la columna Çemberlitaş (que en turco significa "reforzada"). Conocida también como "la Columna de Constantino", es una columna monumental construida por orden del emperador Constantino I el Grande en el año 330 y conmemora la declaración de Bizancio (renombrada por Constantino como Nueva Roma) como la nueva capital del imperio romano.


Originalmente la columna medía cincuenta metros de altura rodeada por nueve anillos metálicos (de ahí lo de "reforzada" y coronada por una estatua de Apolo. En la actualidad sólo se conserva una parte de ella.



Ese día estábamos tan cansados que nos quedamos dormidos nada más llegar al hotel. Había sido una jornada dura, pero estábamos más que satisfechos. Y todavía nos quedaban 2 días por disfrutar...

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